Día Dos: Último Día De Escuela

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Steve se quedo un rato más en la estancia de la sala, viendo una película de la década de los 80's

Gotas de lluvia se empezó a escuchar por la ventana, por lo cual no dudo en ir a cerrarla.

Una vez hecha la tarea, Steve decidió que era tiempo de descanso. Por lo cual apago el televisor y se fue a la habitación que compartía con su esposa.

Dos horas habían pasado ya desde que ambos se fueron a dormir, la lluvia azotaba de manera torrencial. Y un rayo iluminó la estancia del pequeño niño de 5 años de edad.

Haciéndole dar un respingo.

—¡Mami!—grito el niño en lo que procedía a bajarse de la cama y abrir la puerta de su habitación.

Para después correr escaleras abajo.

Abrió la puerta de la habitación de sus padres y sin importarle mucho, subió a la cama sin dejar de abrazar al característico peluche de Capitán América.

—¿Que?—había sido el cuestionamiento de Steve cuando sintió un movimiento brusco, por lo cual encendió la luz de su mesa de noche y miro lo que lo había causado —¿James, que pasa?

—Y-yo... —titubeo el pequeño bajando de la cama y abrazando más a su pecho el iconico peluche, mientras se miraba nervioso. —Lo siento, tuve una pesadilla y mamá siempre me abraza cuando pasa, no quería despertarte.

—No pasa nada —había comprendido Steve —No está mamá, pero estoy yo. Puedes quedarte a dormir esta noche. No tengo problema alguno.

—¿De verdad?—había cuestionado con sus ojitos brillando de esperanza.

—Si, a decir verdad me siento pequeño en esta inmensa cama matrimonial —comento.

—Pero es que... Hay un problema —había susurrando el niño, mirando hacia otro extremo de la habitación con vergüenza.

Steve se miro confuso, sin entender que había de malo, solo entonces con ayuda del control remoto diseñado por industrias Stark, lo que le permitía encender las luces se dio cuenta.

James había mojado sus pantalones.

—Oh —fue la única respuesta de Steve ante tal situación.

—P-perdon —había admitido el pequeño comenzando a hipar y tapando sus ojitos llenos de vergüenza.

Steve le miro y una sonrisa adorno sus labios, dando a comprender que era algo que entendía a la perfección.

—No te preocupes —se levantó de la cama y camino hacia su dirección para después hincarse —Los accidentes ocurren.

—Pero ya soy un niño grande —había protestado el pequeño —Se supone que ya no debo mojar mis pantalones.

—James, a veces cuando algo nos asusta nos es inevitable no poder controlar otras cosas —le comento su padre. —Te diré un secreto; También solía mojar la cama cuando era un niño.

—¿D-de verdad?—fue el cuestionamiento del niño.

—Si, solía hacerlo cuando tenía miedo, y esta bien tenerlo —había dicho.

—¿Y porque tenias miedo papá?—cuestionó curioso el pequeño niño.

—Porque temia perder a mi mamá —explicó

James entonces entendió lo triste que se ponía su papá al hablar de su abuela, por lo cual comenzaba a entender de el motivo por el cual no hablaba mucho de su abuela.

—Se que es algo muy habitual, pero dicen que ayuda —recargo su cabecita en el hombro de su papá para darle ese abrazo necesario.

—Gracias James —sonrió con cariño su padre.

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