3. Cita en el gremio

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Crowley estaba desesperado, se le hacía tarde para su "cita" con Aziraphale. Ya se había dado una ducha, vestido con sus mejores prendas y peinado su cabello de tantas formas hasta que se decidió por el mismo de siempre.

Se puso sus gafas oscuras y dio una vuelta para culminar con su mano en la cintura.

—¿Y bien? ¿Cómo me veo?—modeló a sus compañeros que se quedaron boquiabiertos.

Esa no era una conducta muy propia de él.

—Horrible— tosió Belcebú.

—Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

—Cámara, padrino, ¿Es excitarlo o asustarlo?

Crowley los imitó de mala gana y rodó los ojos. Para ser sus amigos, parecían más sus enemigos.

—Yo creo que se ve bien— Eric sonrió y Hastur le dio un zape.

—Gracias niño, es bueno saber que alguien valora la honestidad por aquí—se volteó para ir en busca de su perfume favorito.

"Forever Wisconsin: para el hombre sin reservas" era su fragancia predilecta para ocasiones especiales, por lo que lo tenía guardado en su cajón. Al abrirlo, vio el frasco sin una gota de loción.

—MALDITAS RATAS, ¿QUIÉN SE  ACABÓ MI PERFUME?

Su voz resonó en todo el barrio. Furfur tragó en seco, él lo había usado un par de veces para su almohada, ese olor le ayudaba a conciliar el sueño ya que le recordaba a la noche en la que conoció a Crowley. Sin embargo, no fue él quien se lo gastó sino Ligur que utilizaba la loción para aromatizar el baño después de haberlo usado.

—No sé de qué hablas— Belcebú frunció el ceño.

Los demás se hicieron a los desentendidos también.

—A ver, estúpidos, era un Forever Wisconsin original traído del gabacho, no una muestra de Avón— espetó— Si me entero...

—Puedes usar el mío— Ligur le pasó tímidamente un frasco rojo en donde había una imágen de una pareja besándose apasionadamente y en la leyenda decía "Arrástrate a mí"— Es para que tengas suerte con el güero.

—Por Satán, Ligur, ¿Esto es del puesto esotérico de Agnes?

—Sí, había una versión gay del producto, pero eso yo no lo ocupo.

Crowley le miró boquiabierto, no sabía si agradecerle o decirle que estaba demente. Como sea, se lo echó encima y el olor a Toloache era penetrante.

—Ah, creí que ya había superado la etapa de usar "Dinero ven a mí"— suspiró mirando al cielo y rogando que Azira no se fijara demasiado en su nuevo olor.

...

Aziraphale se pasó olfateando todo desde que salió de la misa con su arroz con leche que había comprado para apoyar a la parroquia local.

—Huele raro— arrugó la nariz.

—¿Raro bueno o raro malo?

—No sé, es un aroma peculiar— se acercó a él. Crowley se petrificó al sentir la respiración de Aziraphale contra su ropa— ¿Qué te pusiste?

Crowley estaba apunto de tirarse a los carritos chocones para que lo atropellaran.

—Nada, es que compré una nueva planta y huele algo... Fuerte.

—¿En serio? ¿cómo se llama?—preguntó sonriente.

—Toloache.

—Oh, la conozco. Una vez leí que muchas personas la usan pensando que es un ingrediente para "pócimas de amor" esotéricas.

Pasión de MicrobusesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora