Llaves

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- ¿En dónde demonios dejé las llaves?- se preguntaba a si misma Lena mientras levantaba los cojines de los sillones para buscar -Tengo que ponerles un localizador o algo así-. Se dijo a si misma rascándose la cabeza mientras pensaba en dónde más buscar.

Con la mirada, recorrió rápidamente toda la habitación

- Digo, tampoco es un alfiler. Le puse todos esos llaveros justamente para que no se me perdieran.

La chica tenía esa extraña costumbre de hablar sola. Incluso cuando caminaba por la calle lo hacía sin darse cuenta, ganándose la mirada recelosa de la gente. Pensaban que estaba loca, pero después de un tiempo aprendió a vivir con ello.

- ¿En el refrigerador?- se preguntó mirando hacia la cocina - No. No soy tan torpe como para dejarlas allí- comenzó a reír nerviosa, creyendo cada vez más en la posibilidad de que sus llaves estuvieran allí - De verdad, Lena. Dejar las llaves dentro de la nevera es tu nueva peor tontería.

Resignada, camino hacia la cocina, pero antes de abrir la puerta del refrigerador, el teléfono comenzó a sonar, asustándola. Con el corazón latiendo fuertemente, regresó a la sala y levantó el teléfono para contestar.

- ¿Hola?

No hubo respuesta.

No se escuchaba nada del otro lado de la línea.

- ¡HOLA!

El teléfono estaba muerto.

Iba a colgar, cuando de pronto se comenzaron a escuchar unos crujidos raros, como si la llamada tuviera mucha interferencia.

Se pegó un poco más al teléfono y guardo silencio para tratar de entender algo.

- ¿Qué estás haciendo?

- ¡Ah!- grito Lena.

La voz de Kara a sus espaldas le dio un susto de muerte, haciéndola saltar y soltar el teléfono. El corazón y la respiración se le aceleraron y cuando se giró para ver a su visitante, tenía las manos sobre el pecho y la cara pálida.

- ¡¿Qué demonios te sucede?! ¡¿Por qué me asustas así?!

- Pero yo...

- ¿Cómo entraste?

La joven no dijo nada, simplemente le mostro las llaves a Lena.

Kara era una chica muy fría, y... rara, así que era muy poco común ver algún tipo de expresión en su rostro. Nunca sabías si estaba feliz, enojada o triste. Pero cuando sonreía, y era extremadamente raro que lo hiciera, te robaba el aliento y el corazón.

Era simplemente hermosa.

- No te escuché entrar. Siempre me estas asustando. Apareces y desapareces sin que me dé cuenta. Ni siquiera haces ruido. Siempre me dejas hablando sola...

- Pero tú hablas sola todo el tiempo. Me lo dijiste el otro día.

- Bueno sí. Pero no es lindo que me dejes sola a media conversación.

Kara se encogió de hombros sin darle mucha importancia a las quejas de Lena.

- ¿Qué es lo que estabas haciendo? ¿Por qué lanzabas los cojines por todos lados?- preguntó Kara acomodándolos en los sillones.

- Buscando mis llaves. No sé dónde las deje. No las encuentro.

Lena se dio cuenta de que Kara estaba sorprendida

- ¿Qué?

- ¿Para qué quieres tus llaves?

Las dos se quedaron mirando sin decir nada. Lena no entendía por qué Kara le hacía aquella pregunta y en medio del incomodo silencio, la temperatura de la habitación comenzó a bajar.

No creo en los Fantasmas (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora