Nunca me gustaron los niños

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Días después, Lena y Kara estaban en un parque de la ciudad, sentadas sobre el pasto bajo un frondoso árbol.

Kara estaba recostada con el brazo sobre el rostro tratando de eliminar toda la luz posible para poder dormir un poco, mientras que Lena la observaba sentada junto a ella.

— Oye, Kara…—. Comenzó a hablar la pelinegra, pero sus palabras se apagaron al instante.

Tenía miedo, estaba nerviosa y lo que al principio del día había parecido la mejor de las ideas, ahora se estaba volviendo el más grande de los errores. O por lo menos eso era lo que Lena temía.

Comenzando a sentirse vulnerable, se abrazó a sus rodillas para intentar protegerse. Se sentía tan tonta al no ser capaz de expresar sus sentimientos.

— ¿Qué pasa?— pregunto Kara al darse cuenta del silencio de Lena, pero sin moverse de su posición.

— Yo… tengo que decirte algo.

— Pues dilo.

— Es que yo... bueno, veras, yo...

Antes de que Lena pudiera seguir hablando, la pelota de un niño que estaba jugando a unos cuantos metros de ellas, llego a sus pies, golpeando un costado de Kara.

— Lo lamento mucho señorita— se disculpó el pequeño que corrió tras la pelota para recuperarla.

Al verlo Lena le sonrió.

— Sí, sí. Largo de aquí mocoso—. Le dijo Kara con desdén enderezándose un poco para mirarlo. El niño tomo la pelota, hizo una pequeña reverencia y regreso con sus amigos.

Al ver la actitud de Kara, Lena sonrió.

— ¿Qué?—. Preguntó la rubia al sentirse observada.

— ¿Por qué eres así con ellos?

— Nunca me gustaron los niños. Deberían tener más cuidado al jugar. No importa ¿Me dirás lo que pasa o mejor regresamos a casa? Quiero dormir y aquí…

— Estoy enamorada de ti—. Soltó Lena antes de que las palabras se le atoraran en la boca y se perdiera de la oportunidad de decírselo.

— ¿Cómo dices?—. Kara estaba asombrada sin poder creerlo.

— Estoy... enamorada de ti—. Dijo Lena volviendo a abrazar sus rodillas y sin poder ver a Kara a los ojos — No creo que tú sientas lo mismo, pero ya no podía seguir callando mis sentimientos.

Kara siguió en silencio, observando a Lena con su característica mirada de cachorro. Cuando hacia eso, Lena nunca podía resistirse.

— Fue una estupidez decírtelo. Pero, no quiero estar junto a ti, soñando con poder tenerte. Derritiéndome cada vez que me miras. Haciéndome ideas y  creyendo que algún día dirás que sientes lo mismo. No quiero seguir haciéndome ilusiones—. Lena miró a Kara, pero esta seguía sin mostrar emoción alguna — ¿No me dirás nada?

— Lena… aun cuando quiera, lo nuestro nunca podrá ser.

No creo en los Fantasmas (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora