Mi gato

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— Con esto será suficiente—. Aceptó la pelinegra cuando la impresora terminó.

Había estado trabajando durante toda la mañana con el cartel de “se busca”. Iba a salir a colocar uno en varias calles alrededor de su departamento, tenía que encontrarla sin importar nada.

Tomó las hojas y dio media vuelta para marcharse, pero ver a Kara parada detrás de ella la sorprendió una vez más, provocando que gritara. 

— ¡¿Qué demonios estás haciendo?! —. Preguntó Lena con el corazón acelerado.

Kara llevaba puesta el pijama. Tenía un plato de cereal en las manos del que estaba comiendo y no parecía sorprendida de ver a Lena.

Bueno, claro que no tenía que estar sorprendida de verla, esa era la casa de Lena y Kara, pero ¿Acaso Kara había dormido ahí?

No la había escuchado llegar la noche anterior.

— ¿Dormiste aquí?

Kara asintió mientras seguía comiendo despreocupada.

— ¿A qué hora llegaste? ¿Cómo entraste?

— Yo vivo aquí—. Fue la respuesta de la rubia.

No la había vuelto a ver desde el día del parque y ahora estaba en su casa, en pijama y comiendo cereal como si nada hubiera pasado. Kara era muy extraña, siempre lo había sido. Nunca se daba cuenta de a qué hora llegaba, era muy silenciosa y siempre estaba apareciendo como un fantasma.

En ocasiones como esta, a Lena le daba algo de miedo.

— ¿Qué estás haciendo?— preguntó Kara con curiosidad al ver las hojas en las manos de Lena — ¿Para qué es eso?

— Voy a ir a pegarlas en la calle. Salem se perdió hace unos días.

— ¿Quién es Salem?

— ¿Cómo que quien es Salem? Mi gato.

— ¿Tienes un gato?

Lena miró a Kara confundida y luego comenzó a reír.

— Deja de jugar, ¿quieres?— le dijo dándole un golpe en el brazo — Anda, acompañame a pegar esto.

•••

Lena había terminado de colocar los letreros de se busca sobre los postes de la cuadra desde hacia un buen rato y ahora, estaba buscando a Kara para regresar juntas a casa. La vio al final de una calle engrapando los letreros a un poste. Pero parecía que tenía problemas con la engrapadora.

— ¿Te ayudo?— le preguntó al llegar junto a ella.

La rubia le entregó la engrapadora y el letrero.

— Sabes, quería disculparme por lo del otro día.

— ¿Qué cosa?

— Lo que te dije en el parque.

— Lena, yo…

— No, escucha. No debí decirlo. Te asuste.

— No es eso, solo…

— Yo sé que es difícil para ti porque no sientes lo mismo que yo. Pero no quiero que nuestra relación termine de esta manera. Si me lo permites, quiero seguir siendo tu amiga.

— Lena, escucha, tus sentimientos hacia mi… yo no, yo soy un…

— ¿Perdiste a tu gato? —.

Junto a ellas llego un dulce anciano que al ver el letrero en el poste se detuvo un momento.

— Sí. Es un gato muy inteligente. Su nombre es Salem y si usted lo llama vendrá enseguida. Tiene una mancha blanca en el ojo izquierdo. Pero todo él es de color negro.

— Se ve que es muy lindo.

— ¡Lo es! — aseguró Lena con orgullo.

— Bueno, si lo veo te llamare, jovencita.

Kara solo asintió ante la mirada del hombre antes de que se marchara. Esa era otra de las cosas que Lena no lograba entender de Kara. Nunca la había escuchado hablar en público con nadie más que no fuera ella. De hecho, las personas no solían hablar con ellas cuando estaban juntas.

Mientras Lena pensaba en eso, Kara comenzó a caminar alejándose de ella.

— Espera, ¿a dónde vas?

— Nos veremos pronto Lena. Estoy segura— dicho eso, doblo la esquina de la calle y se perdió de vista.

Lena corrió tras ella, pero Kara ya se había esfumado.

De nuevo.

No creo en los Fantasmas (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora