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Roier se encontraba terminando de archivar algunos documentos importantes en la oficina. Ya habían pasado dos semanas desde que comenzó a trabajar en aquella prisión de máxima seguridad y, aunque aún no se acostumbraba a la presencia de los convictos, poco a poco iba logrando controlar mejor sus nervios frente a ellos.

Le resultaba curioso la cantidad de personalidades que podían existir en una prisión, muchas de las personas ahí ni siquiera parecían criminales.

Como Pac.

A diferencia de su compañero de celda, Mike, quién podía llegar a ser algo agresivo, Pac era más tranquilo; su voz incluso era suave, pero vivía con un miedo y paranoia constante que hacía a cualquiera sentir pena por él. El doctor Philza le llamó la atención una vez por eso, estaba completamente prohibido involucrarse emocionalmente con algún paciente, no importaba que tal mal se encontrasen, sobre todo en una prisión, por algún motivo u otro ellos estaban ahí.

— No creo que sea tan malo si le hablo un poco.

— ¿Hablarle a quién?

Roier dio un salto por el susto mientras se giraba, observando como el doctor entraba a la sala con una taza de café en una mano y con papeles en la otra.

— Doctor, disculpé, no oí la puerta.

— No te preocupes, Roier, ¿terminaste todo?

— Si, las anotaciones de las sesiones de hace unos días están en esta carpeta.

Dejando su café sobre el escritorio, Philza tomó la carpeta que el menor le extendía, hojeando un poco las hojas para dar un vistazo rápido.

— Excelente. Bueno, viendo que has terminado todo tu trabajo, creo que puedes irte.

— ¿Eh? – el castaño sacó su teléfono del bolso de su pantalón y miró la hora. — Pero, aún faltan algunas horas para salir.

— Lo sé, pero en estas dos semanas has hecho un trabajo excelente así que pensé que dejarte salir unas horas antes sería lo menos que podría hacer. – el mayor se acercó al castaño, colocando una mano en su hombro. — Además, así puedes aprovechar y distraerte un rato, sé bien que este tipo de trabajo es muy pesado emocionalmente, ¿qué dices?

— Bueno, si usted insiste, está bien.

— De acuerdo, ¡nos vemos mañana, Roier!

— Gracias, doctor.

[...]

Bajó del autobús una vez llegó a su destino y sacó su celular, revisando el último mensaje que le había llegado.

"Estoy en camino, llego en 5 minutos."

Soltó un suspiro antes de contestar.

"De acuerdo, te veo ahí."

Volviendo a guardar su celular, caminó unas cuadras hasta llegar a una conocida cafetería. Ya había estado ahí antes, era de sus lugares favoritos.

Entró, haciendo sonar la campana de la puerta que avisaba la llegada de nuevos comensales, y esta llamó la atención de un par de personas detrás de la barra.

— ¡Ah! ¡Roier, bienvenido!

— ¿Roier?

— Hola, Tina. Hola, Bad.

Tomó asiento en una de las mesas cerca de la ventana y la chica salió rápidamente detrás del mostrador, acercándose al castaño y extendiéndole un menú una vez estuvo a su lado.

Come with me | GUAPODUO (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora