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Jungkook, Yoongi y Namjoon caminaban de regreso a la casa de Taehyung, la máquina de escribir Olympia asegurada en una bolsa que Yoongi cargaba con cuidado. El trayecto a la tienda había sido sorprendentemente tranquilo; encontraron la máquina con un rápido vistazo en el estuche color menta que Jungkook había descrito, y no se toparon con más criaturas en el camino. Sin embargo, la calma solo aumentaba la tensión entre ellos.


Jungkook, caminando con pasos lentos y apoyándose en un poste cada pocos metros para no desmayarse, rompió el silencio con una voz débil.

—Yoongi… —llamó, su tono cargado de una esperanza frágil— Cuando todo esto termine, ¿mi dedo regresará como si nada hubiera pasado? Si todos los monstruos se irán y este pueblo volverá a lo que era, también mi dedo debería volver, ¿no?

Yoongi lo miró, su expresión ensombrecida por la culpa mientras ajustaba la bolsa de la máquina con cuidado.

—No puedo remediar el daño hecho por ellos —respondió, su voz baja y desanimada— Toda la destrucción, el dolor e incluso las muertes… ocurrieron de verdad. No hay vuelta atrás. Por mi culpa, perderás el dedo para siempre. Yo… lo siento mucho, Jungkook.

El corazón de Jungkook dio un vuelco. La confirmación de que su dedo no volvería lo golpeó con una oleada de tristeza que le apretó el pecho. Había albergado una pequeña esperanza, un deseo de que todo pudiera revertirse, pero ahora esa ilusión se desvanecía. Sin embargo, se obligó a mantener la compostura. No quería que Yoongi se desanimara; su hermano ya cargaba con suficiente culpa. Además, había cosas más importantes en juego, Taehyung, Jimin, y la posibilidad de detener a Jack antes de que fuera demasiado tarde. Jungkook forzó una sonrisa débil, apretando el hombro herido para distraerse del dolor.

—Está bien —dijo, su voz más firme de lo que sentía— Podemos con esto, hermano. Todo estará bien. Solo promete no volver a abrir esos malditos libros de nuevo. Si lo haces, yo mismo me encargaré de cortarte las bolas.

Yoongi soltó una risa amarga, agradeciendo el intento de Jungkook por aligerar el momento, pero antes de que pudiera responder, Namjoon intervino, su tono cargado de acusación.

—Demonios, chico, quizás le arruinaste la vida a muchas personas —espetó Namjoon, sus ojos entrecerrados mientras miraba a Yoongi— ¿Cuántas personas habrán muerto por tu culpa? Eres un asesino despiadado, un monstruo. ¿No te remueve la conciencia saber eso?

Ninguno de los hermanos respondió, limitándose a seguir caminando, sus pasos resonando en el silencio de la noche. Pero Namjoon no había terminado. Su voz se volvió más aguda, cargada de paranoia.

—Y si lo que ya fue arrebatado no volverá, ¿por qué él está como si nada? —continuó, señalando a Jungkook— Perdió un dedo y parece que solo se le rompió una uña. Eso no es normal. ¿No me digas que es otro de tus malditos inventos? ¿No tienes hermanos y te sentías tan solo en tu niñez que creaste uno? ¿O quizás hasta yo soy falso? ¿Ninguno de los que te rodeamos somos reales? ¿Somos productos de tu imaginación y soledad? ¿Tan solo te sentías?

Yoongi se detuvo en seco, su rostro contorsionándose de furia. Dejó caer la bolsa con la máquina de escribir al suelo y se lanzó contra Namjoon, empujándolo contra una pared con su antebrazo presionando su cuello. Los cortes en sus brazos protestaron con el esfuerzo, pero la rabia lo cegaba.

—¡Maldito idiota! —gruñó Yoongi, su voz temblando de ira— ¡Cierra la boca antes de que...

—Chicos, tranquilos —interrumpió Jungkook, su tono firme a pesar de su debilidad. Palmeó el hombro de Yoongi, instándolo a soltarlo— Vamos, Yoongi, suéltalo. Es solo un idiota que habla mierda. —Se giró hacia Namjoon, sus ojos brillando con una mezcla de cansancio y furia contenida— Y en cuanto a ti, soy lo más real que verás en todo este maldito viaje. Que haya perdido un dedo no significa que voy a estar tirado esperando que todos mueran. Aunque, en este punto, sería agradable esperar por tu muerte. Así que cierra la boca y sigue caminando si no quieres ver de lo que soy capaz por defender a mi hermano.

Monsters | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora