010;

511 48 12
                                    

Dalia miraba de reojo a su hermano. Se me veía estresado porque estaba teniendo problemas con su monoplaza y ella sabía cuan molesto era eso, más cuando habían comenzado tan bien la temporada.

La morena no perdía de vista a su hermano, quien movía las manos desesperado mientras le comunicaba algo a su ingeniero. Por otra parte, Charles miraba callado desde su posición. Ya se encontraba sentado dentro de su monoplaza.

El ingeniero de Carlos habló por el micrófono hacia el director de Ferrari y asintió unos minutos después para comunicarle algo al español, este bufo enojado e hizo un gesto de indignación y se alejo del garaje.

La española no hizo nada, siquiera se movió de su lugar. Sabía que Carlos no iba a poder participar en la segunda práctica por la manera que los demás mecánicos seguían trabajando en su vehículo* sin siquiera levantar la mirada que no sea aquel monoplaza.

Carlos podía ser una persona bastante pacífica pero algo que le irritaba era que las cosas no le fuera bien en el momento que debía actuar. En este caso, no poder correr por problemas que debían haber sido arreglado con anticipación, por el simple hecho que el problema había sido avisado, pero no había sido escuchado.

Suspiro negando y varios minutos después, se dirigió hacia la parte donde se encontraban los neumáticos. Era el lugar favorito de Carlos para esconderse, ahí no había cámaras que lo siguiesen o personas en general. El moreno se encontraba en cuclillas mientras despeinaba cada tanto su largo pelo para descargar su frustración.

¿Qué ha pasado? —hablo en su lengua materna y Carlos levanto su vista.

—Es que yo flipo, me vacilaron al decirme que recién pillaron el problema. Tía, les he avisado en la primera práctica y no me han escuchado. —Carlos tiro los guantes que mantenía en su mano izquierda y se levanto.

—No te rayes y anda a seguir vigilando que te hagan algo en el monoplaza, Carlos. Estar aqui de frustrado no te va ayudar en nada.

—No puedo, van de guay y me cortan por la mismísima car- .—cerro la boca cuando se percato que habia un chico grabando su conversación.— me cago en mis muertos.

[ . . . ]

Carlos y Dalia Sainz han...

Carlos bajo con fuerza la pantalla de su computadora y la lanzó a sus pies. Agarro la almohada que se encontraba en su espalda y también la lanzó pero su destino fue en la cara de Charles.

—Que lindo recibimiento, chérie. —rio el monegasco para sostener a duras penas la almohada y acomodarla en el mueble del televisor.

—No estoy de humor, Leclerc. —la sonrisa del menor se borro.

Oh, Carlos debía estar tan enojado para llamarlo así y, triste o afortunadamente, le encantaba.

El ojiverde veía como Carlos hablaba sin parar pero no podía escuchar lo que decía, solamente podía prestarle atención a las grandes manos del moreno, las cuales se movían de un lado a otro mientras no dejaba de contar algo.

No era fan de las personas que tenían las venas marcadas pero podía aceptar, gustosamente, que las manos de su compañero eran la excepción. Eran tentadoras, llamativas, atrayentes y no podía negar que más de una vez soñó en que, aquellas manos lo ahorcar-

—Diablos, Charles, ¿me estás oyendo? —Charles pestaño varias veces, saliendo de su ensoñación y avergonzado por el camino que se había ido su imaginación, su cara de volvió rojo vivo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 20, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Shameless | Charlos ;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora