Desiree
No estoy segura de por qué quise decirle a Matheo que mi mamá estaba enferma. Incluso diciendo las palabras me sentí mal, pero estábamos teniendo un momento muy honesto y quería que él supiera en cierto modo entendía su dolor. Yo había visto la mirada en sus ojos cuando dijo que su madre lo había dejado y había sido como un puñetazo en las costillas ver un hombre despreocupado y duro, con tanto dolor en ese breve momento.
Estar cerca de Matheo era como ver una película en un televisor roto y tener la pantalla prendiéndose y apagándose. De vez en cuando, veo breves destellos de quien es realmente él y tengo que admitir que me gustaban mucho esos breves momentos. Más de lo que debería.
No dijimos mucho en el carro yendo a mi casa y hasta incluso se detuvo y estacionó antes de llegar a mi casa sin que yo se lo dijera. Aprecié que hiciera eso.
—¿Bueno, supongo que te veré mañana por la tarde? —Le dije, antes de bajarme del vehículo.
—Es una cita. —Sonrió hacia mí.
Abrí la puerta del carro y salí. Cerré la pesada puerta y me volví para alejarme.
—Oye, caramelo —gritó. Me di la vuelta y me apoyé en la ventana del carro. Me estaba empezando a gustar mi apodo, aunque nunca lo admitiría ante él.
-¿Si?
—Siento lo de tu madre. Soy un idiota, pero aun así no le desearía esa clase de dolor a alguien más. —Parecía incómodo con su confesión.
Asentí comprendiéndolo y me alejé del carro. Me quedé allí mientras él se marchó. Su vehículo se destacaba en el barrio de clase alta. No era frecuente ver un carro destartalado por aquí, pero a decir verdad, me estaba empezando a gustar su carro. Se le parecía de alguna manera.
Una vez que estuvo fuera de mi vista, me di la vuelta y corrí el resto del camino a casa. Después de mi ducha, Jair y yo vimos una película en mi cama. Se quedó dormido a la mitad y no lo desperté. Apagué el televisor, envolví mi edredón con el, y luego tuve otra increíble noche de sueño.
Afortunadamente, el carro de Eleonor estaba de vuelta y ella fue capaz de recogerme de la escuela a la mañana siguiente. Me dijeron que me mantuviera alejada de ella, pero mi padre ya se había ido antes de que ella llegara. Tendría que hacer arreglos para que me recogiera en la señal de alto cerca de mi casa. Ella lo cuestionaría, pero me gustaría cruzar ese puente cuando llegara a él.
—Te he echado de menos, pequeña. ¿Algo nuevo sucede? ¿Cómo va el trabajo comunitario voluntario? —Se echó a reír.
Inmediatamente pensé en Matheo y lo contenta que estaba cuando decidí ser voluntaria. No podía negar el hecho de que me estaba empezando a gustar. Nada podría venir de eso, pero aun así, era agradable pensar que era capaz de gustarle a un chico de nuevo. Me dio una pequeña chispa de esperanza y quería aferrarme a esa esperanza y regarla y sembrarla con la luz del sol para que pudiera crecer.
—¿Qué significa esa mirada? —Preguntó con los ojos muy abiertos.
—¿Qué mirada?
—¡Oh, Dios mío, ni siquiera intentes jugar conmigo! He visto esa mirada antes, sólo que nunca en ti, no con esa intensidad. —Ella se rió—. Por lo tanto, ¡escúpelo, mujer! ¿Quién es el hombre?
Traté de la serenar mi cara, pero no importó lo mucho que lo intenté, no pude conseguir que la sonrisa bajara. Traté de suavizar los lados de la boca hacia abajo con los dedos, pero aun así la sonrisa tonta quedó.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —Miré por la ventana, ya que no podía contener la risa.
—Oh, vamos, Dess. Como mujeres es nuestro trabajo hablar de chicos. Háblame de él.
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A VECES TODO LO QUE NECESITAS ES PEDIR UN DESEO
Teen FictionLa vida ha sido difícil para Matheo. Ser abandonado por sus padres a los 2 años le ha convertido en piedra. Luchar es su liberación y las mujeres, las drogas y su guitarra, le traen paz, pero en el fondo Matheo no es tan duro como él se hace pasar...