Capítulo 9

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Casi corría tras su hermano. Desde que abandonaran el jacuzzi Bill se hizo la firme promesa de contarle todo lo que había dicho y hecho. Se sentía realmente mal, por hacerle pasar por eso y encima él sin saberlo.

Suspiró y sin apartar los ojos de su espalda le siguió hasta el bungalow que compartían. Una vez dentro se ocupó de él en cuerpo y alma. Le ayudó a caminar hacia la cama y a tumbarse en ella.

— ¿Quieres comer algo?—preguntó cogiendo el teléfono que había sobre una de las mesillas—Llamaré al servicio de habitaciones.

—Tengo el estómago revuelto—contestó Tom negando con la cabeza.

—Un té, seguro que te sienta bien—insistió Bill.

Tom asintió para complacerle. Se le veía tan preocupado por él que le conmovió.

—Te pediré un sándwich también—explicó Bill—Y otro para mi. Comeremos los dos juntos.

No esperó a que Tom le contestara, se sentó en su cama dándole la espalda y pidió que les llevaran la comida al bungalow. De paso cogió el móvil y mandó un mensaje a los chicos, pidiéndoles perdón por no comer con ellos. Les explicó que Tom no se sentía bien y que se verían a la hora de cenar.

Mientras, Tom cogió la sábana y se cubrió con ella. Aún llevaba el bañador puesto y estaba mojado de la piscina. Se deshizo de el bajo la sábana y lo tiró a una silla que había al otro lado del dormitorio.

—Georg y Gustav te mandan recuerdos—dijo Bill volviéndose.

Sus ojos volaron al bañador que había colgado del respaldo de la silla, y de allí a la fina tela que cubría la desnudez de Tom. Tragó con esfuerzo al tiempo que carraspeaba.

—Han dicho que...que han quedado para tomar algo con los chicos de la playa, pero que si no estás bien...pues que...

— ¿Con los chicos de esta mañana?—preguntó Tom resoplando.

—Si, con Luke...y sus amigos—contestó Bill desviando la mirada.

"¡Díselo ya!—le gritó una voz.

Sabía que tenía que hacerlo, no debía hacer pasar a Tom por lo mismo de ese día. Luke y sus amigos se habían pasado con él tres pueblos y no se lo merecía. Tarde o temprano se enteraría y mejor que fuera por sus labios.

—Tom, puedo... ¿puedo contarte algo?—preguntó con voz temblorosa.

Tom asintió e incorporándose en la cama dio unos golpecitos en el colchón para que se sentara.

Y así lo hizo Bill. Se sentó todo lo lejos que pudo de él no fuera que tras contarle toda la historia le agarrase por el cuello y apretase....¡no! sabía que Tom Nunca le levantaría la mano, aunque se lo merecería si lo hacía.

Pero no sabía por donde empezar, sentía la cabeza a punto de estallar. Y no se atrevía a mirarle, sentía sus ojos fijos en él y no podía estar más nervioso.

Levantó una mano y se la pasó por el pelo distraído, pensando bien las palabras que elegiría para no hacerle más daño del que ya le había hecho.

Conociéndole tan bien como lo hacía, Tom le prestó toda su atención. Su hermano quería decirle algo muy importante, o pedirle un gran favor. Reconocía todas las señales que le mandaba. La voz le temblaba, cogía en sus dedos y retorcía un mechón de pelo, y le miraba con unos ojos tan...

Suspiró sin poder evitarlo, o empezaba a hablar ya o le estrechaba sin más en sus brazos.

—Tom...—empezó Bill a decir.

Mi hermano, ... ¡qué ligue!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora