Capítulo 14

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Tumbado de espaldas con los ojos cerrados, Tom sonreía sin poder evitarlo. Se encontraba solo en la cala, hacía ya como una media hora que Bill le había dejado y él se quedó a solas para reflexionar sobre todo lo que había pasado.

En su mente aún estaba fresco el magnífico beso que se habían dado, sobre sus labios aún podía sentir los de Bill...y en su mano aún podía sentir esa calidez que traspasó la fina tela que los separaba.

Todo había ocurrido con rapidez, aunque en su mente era como si hubiera sido a cámara lenta. Sin separar los labios de los de su hermano, acarició y frotó con insistencia sintiendo como se ponía duro bajo su mano y jadeaba contra sus labios. Solo tuvo que coger ese palpitante miembro entre los dedos y apretar con suavidad, sintiendo como se tensaba bajo su cuerpo y arqueaba la espalda, alzando las caderas al tiempo que sentía como se derramaba dentro del bañador que llevaba llegando incluso a sentir esa calidez recorrer su mano.

Él tampoco se quedó atrás, no había dejado de frotarse contra su cadera hasta que obtuvo su segundo orgasmo de esa mañana. No estaba premeditado, ni el de Bill, pero no pudieron impedir dejarse arrastrar por la pasión.

Y cuando sus respiraciones se normalizaron y sus labios se separaron, Tom no podía dejar de sonreír mientras que Bill tenía las sonrosadas mejillas cubiertas de lágrimas. Se le quitó de encima con cuidado sin saber que decirle, si un "lo siento" o "que tal lo has pasado". Se sentó en la arena viendo como Bill giraba sobre su estómago y alzaba la cabeza jadeando.

Sabía a quien buscaba, y sintió una dolorosa punzada en el estómago...

—No...no está...—dijo Bill con esfuerzo mirando a su alrededor.

—No está—repitió Tom en un susurro.

—Nos habrá visto y se ha ido—dijo Bill levantándose.

Echó a andar sin decir nada, dejándole solo en la cala. Regresó al bungalow sintiendo muy mal consigo mismo, le había arrastrado de nuevo a su plan enfermizo, y esa vez...él también había caído...

Tom se echó de nuevo y se puso a tomar el sol como si nada. Sentía mucho lo que había pasado, y por otro lado se alegraba. Iba a ser su pequeño secreto, y podría rememorarlo siempre que sintiera ganas.






No regresó al bungalow hasta una hora después, perdiéndose el desayuno. No sabiendo que hacer bajó a la playa y se reunió con sus amigos en el mismo sitio que habían ocupado esos dos días que llevaban de vacaciones. Y no estaban solos, dos toallas más a su derecha descansaban Peter, Steven y Eric, a los que saludó con una inclinación de la cabeza cuando pasó por su lado.

Se dejó caer al lado de Gustav, quien miraba con la frente arrugada a Georg, dormitando ajeno en su toalla.

— ¿Qué pasa?—preguntó Tom muy interesado.

—He tenido que dormir en la playa—contestó Gustav a gritos sin importarle despertar a Georg.

— ¿Cómo?—dijo Tom sin entender.

—Georg, ligó con una chica y prácticamente me echó del bungalow—explicó resoplando Gustav—Me dijo que no pensaba acostarse con la dulce Brigitte conmigo al lado roncando y me sugirió una tumbona y una manta.

—Pues haber venido a nuestro bungalow—dijo Tom entre risas.

—No gracias, ya os vi anoche a ti y a Bill—negó Gustav.

Mi hermano, ... ¡qué ligue!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora