Se detuvieron al finalizar el callejón y se pegaron a la pared, pues en la siguiente calle habían purgadores y se les escuchaba haciendo alboroto. Leo se asomó y más abajo Alexia. Los purgadores estaban quemando una miniband y celebraban por ello. Algunos atacaban y acuchillaban a claramente cadáveres en el suelo, o lanzaban cosas encendidas a contenedores de basuras, para avivar las llamas como si fuera una fogata en un campamento de verano.
Alexia sintió que volvía a estremecerse y se preguntó cómo serían estas personas en la vida real. ¿Actuarían normal? ¿Notaría ella que se comportaban así el día de la Purga? Su mundo estaba completamente rodeado de psicópatas.
Cuando miró a Leo en busca de alguna indicación, se dio cuenta de que este observaba mas allá una entrada al metro.
—¿Tomarás mi sugerencia? —le preguntó Alexia en voz baja.
—Shhh —respondió Leo, haciendo que volviera a esconderse tras él.
Alexia esperó, tratando de no parecer ofendida. Ya no le gustaba que la callara como si fuera un perro. Pero no tenía opción, debía dejar que su mente experimentada creara un plan para poder avanzar hacia la entrada del metro.
Sin embargo, antes se escuchó el chillido de Liz, que alertó al grupo escondido. La chica rápidamente se tapó la boca, pero ya era demasiado tarde. Una rata le había saltado encima y la asustó, delatando de cierta forma su ubicación.
Pronto escucharon pasos. Debía ser uno de los purgadores que había escuchado a Liz y quería confirmar si tendría una nueva presa. El grupo comenzó a impacientarse y asustarse. Casi no respiraban para no hacer demasiado ruido. Alexia sentía que podían estar perdido. Y después de haber luchado tanto. Pero Leo la miró y le pasó su arma.
—Toma esto. Aleja el dedo del gatillo para que no se accione accidentalmente.
Alexia no sabía qué haría, pero se quedó inmóvil y atenta como los demás.
Las pisadas cada vez se escuchaban más cerca. Y cuando el purgador se encontraba asomándose hacia ellos, Leo lo tomó por el cuello y lo arrastró hacia el callejón. Con uno de sus brazos, hizo más presión en el cuello del purgador mientras con la otra se aseguró de que no se moviera demasiado o gritara. De todas formas, el purgador no podía hacerlo ni mucho menos hablar, pero sus piernas y sus manos tanteaban el aire desesperado, queriendo liberarse.
Por mucho que intentó forcejear, Leo resistió. Alexia observó guardándose las nauseas por la escena, hasta que Leo dio una última presión alrededor del cuello de su enemigo y este por fin se quedó inmóvil, con el rostro morado. Estaba muerto.
Luego, Leo soltó el cuerpo en el suelo y volvió a tomar el arma de las manos temblorosas de Alexia. Ahí fue cuando se dio cuenta de su rostro de nerviosismo, pero sabiendo que él lo había notado, Alexia sacudió la cabeza y desvió la mirada. Tenía un insoportable nudo en el estómago y severas ganas de vomitar. Una cosa era ver de reojo a personas muertas en el suelo o cayendo por los disparos de Leo, y una diferente es notar cómo va agonizando lentamente gracias a él.
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The Purge: Anarchy [Leo Barnes]
Mystery / ThrillerGracias a la 'Noche de las bestias' el crimen en Estados Unidos ha descendido. Se trata de doce horas en las que cualquier actividad criminal, incluso el asesinato, es legal. Alexia Sanchéz ha pasado por muchos años de Purga, escondida en compañia d...