Chapter 5: You Never Called Me

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 —No están siguiéndonos —comentó el hombre aún desconocido en la parte trasera del auto, mientras miraba la calle que acababan de pasar—

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—No están siguiéndonos —comentó el hombre aún desconocido en la parte trasera del auto, mientras miraba la calle que acababan de pasar—. Se fueron.

—Gracias —dijo en cambio la mujer a su lado hacia el Sargento.

—¿Seguro? —preguntó éste, ignorando a la mujer y mirando al hombre por el espejo retrovisor.

—Si, si, si, ya no hay nadie.

—¿Estas bien, mi amor? —le preguntó Eva a su hija.

—Si, estoy bien. ¿Y tu?

—Si...

—Tía, ¿estás bien? —preguntó Cali.

—Por supuesto. —Alexia sonrió un poco.

Se encontraba más lúcida pero aun así el cuerpo le dolía un poco, en especial la mejilla y le costó un poco incorporarse en el asiento. El Sargento a su lado lo notó de inmediato, porque la miró de reojo.

—Di la verdad, ¿como te sientes? —insistió.

—Nunca me llamaste —respondió Alexia en su lugar.

El Sargento la miró unos segundos con severidad y luego volvió a mirar el camino.

—¿Eso es lo primero que me dices después de lo que pasó?

—Sí, porque esperé todo este mes que me llamaras y no lo hiciste.

—Esperen —dijo Cali. Al igual que todos en los asientos traseros, se encontraba muy sorprendida—. ¿Ustedes se conocen?

—No mucho —respondió Alexia, acomodándose de lado para ver a los demás. Le dolió un poco las costillas, pero se guardó la mueca que estaba a punto de hacer—. Fue en el día de mi cumpleaños. Yo estaba mojándome por la lluvia, recién había llegado a la ciudad, no conseguí un taxi... y el Sargento Antártica hizo el favor de dejarme frente a casa. Le di mi número, por si quería llamarme, y nunca lo hizo.

La mujer aun desconocida en la parte de atrás soltó un bufido.

—Los hombres no comprenden que cuando una mujer te da su número, deben aprovechar la oportunidad. No le damos nuestro número a cualquiera.

—¡Eso es! —exclamó Alexia con una sonrisa—. ¿Ves Sargento Antártica? Tienes que aprender. Me caes bien, chica. Tú si me entiendes. Soy Alexia, por cierto.

—Liz. —Sonrió la mujer—. Y él es Shane.

—Un gusto —dijo Shane.

—Eva, y mi hija Cali —presentó Eva, mirando a los ahora no desconocidos.

—Y lo peor es que ni siquiera me dijo su nombre cuando nos conocimos, al contrario de mi —agregó Alexia en un tono ofendido.

Liz soltó otro bufido, indignada, mientras Shane la miraba confundido.

The Purge: Anarchy [Leo Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora