Capitulo 24. El Juicio.

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Llegamos a la comisaría. El oficial que me llevaba me quitó las esposas, y me acercó hasta donde estaba el sargento. Este levantó la cabeza y me miró fijo.

-Bautista, ¿Qué has hecho esta vez? -me preguntó.

-Lo encontramos golpeando a otro muchacho - le contó el oficial.

-Muchacho, muchacho, muchacho... creo que sabías que estabas condicionado, ¿verdad?

-Si sargento, pero le juro que valió la pena - dije y sonreí.

-Tienes derecho a una llamada.

Me alcanzó el teléfono y lo tomé. No me iba a quedar otro remedio que llamarlo a él. A mi padre. Marqué. Sonó una... sonó otra.

-Hola -dijo al atender.

-Carlos -le dije.

- ¿Qué pasó? -me preguntó él, como si ya supiera de ante mano que era algo malo.

-Tuve un pequeño problema. Estoy arrestado -le conté.

-¡Diablos, Mario! -Rugió enojado - ¡Estoy cansado de tus problemas! ¡Ya no daré la cara por ti! ¡Fíjate como sales o púdrete ahí si quieres!

-Está bien, gracias -dije y colgué. El sargento me miró, espero a que le dijera algo -Creo que vamos a ser muy buenos amigos sargento -le dije y sonreí.

Él negó divertido con la cabeza.

-Llévenselo a una celda individual, está demasiado joven como para meterlo con los grandes.

-Gracias sargento, es usted muy considerado.

-No me subestimes jovencito -me aclaró - Ahora llévenselo.

Me empujaron un poco hasta tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño. Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez necesitaba de un milagro para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loco no voy a lograr nada.

Las horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años era lo que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.

-Bautista, tienes vistas -me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.

- ¿Qué hiciste Mario? -preguntó Mauricio.

-Tenía que hacerlo -le dije.

-Pero ¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? -dijo Sebastián. Los miré.

- ¡No, maldita sea! -rugí, y me puse de pie - ¡Ese maldito infeliz me buscó, y me encontró!

-Ese no es el problema ahora Mario-me dijo Mauricio-El problema ahora es que tendrás un juicio y una sentencia. Quijas,puede hundirte.

-Pues que lo haga, no me interesa...

-Ambos sabemos que si te importa Mario-dijo Mauricio.

-Sí, tienes razón -dije soltando un suspiro.

-Nosotros haremos todo lo que podamos, no estás solo en esto. Debo decirte que tú prima esta como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere -me contó Sebastián.

-Mi primita, y yo que quería devolverla por donde vino -dije nostálgico.

-Y otra que está que trepa las paredes es... ________.

-¿_______? -pregunté.

-Sí -asintió Sebastián-Le dijeron que habías golpeado a Quijas, que él estaba en el hospital y tú que estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.

Peligrosa Obsesión 'Mario Bautista y Tú'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora