La Suerte De Los Pobres. (Jenlisa)

𝄞𓂃 ࣪˖ ִֶָ Capítulo 2⭒♬ ﾟ.

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Trouble.
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JENNIE KIM.

—Me duele el cuello, la vida, la existencia, los problemas que no tengo... ¡todo! —dije bajando las escaleras, agotada—. Necesito mi vida de antes.

Llegue a la mesa y mis padres se estaban tomando su respectivo café de la mañana. No era igual, la luz en esta casa era diferente, se respiraba diferente, y ahora que estaba de día, podía detestarla más de lo que ya lo hago.

Me senté en una de las sillas del comedor y me serví un poco de café, no era muy fanática, es más, en toda mi vida puedo contar las veces que bebí café. Pero cuando lo hacía lo disfrutaba. En cambio cuando llevé este a mi boca, casi lo escupo.

—¡Sabe horrible, ¿con qué está hecho?! —me limpié los labios con una de las servilletas—. ¿Cómo carajos sobreviven los pobres?

Mi padre sonrió, —Es uno de los mejores cafés, hija, deberías aprovecharlo.

—Es cierto, lo conseguí a muy buen precio —aseguró mi madre, bebiéndolo como si nada.

—Si a buen precio te refieres a "gratis", te creo —solté con ironía—. No lo puedo creer. Se me quitó el hambre, ¿cuándo nos iremos?

—En unos minutos —respondió mi padre.

Mi día no había comenzado, y ya quería que terminara, con la imagen mental de anoche tenía suficiente como para no querer ir a mi habitación y abrir la ventana para que por lo menos entrara la luz del día.

—Esa cama tiene chinches —me quejé—. Por culpa de esos bichos feos tuve que dormir en el piso y arruinar mi sueño, me desperté con unas ojeras horribles.

—No picaban tan fuerte, Jennie —dijo mi madre como si nada.

—¿Perdón? —solté incrédula—. En mi vida, mamá, en mi vida pensé sufrir tanto como estoy sufriendo ahora, es horrible, lo detesto. Detesto todo esto, y quisiera regresar a mi vida de antes.

—Jennie —intentó hablar mi padre.

—Lo odio. ¿Saben lo que es luchar por tener señal?, es horrible, no quiero esta vida, lo odio todo.

Salí dando fuertes pisotones, y quedando fuera, donde el jardín estaba peor que ayer. No podía creer todo lo que estaba mirado, era de mal a peor.

Era algo pequeño, las casas estaban muy pegadas, los niños iban corriendo con uniformes, y algunos andaban en patinetas. Los jóvenes pasaban por mi frente y soltaban risitas, como si nunca hubiesen vsito a una persona como yo. Pero claro, se me olvidaba, son personas sin clase ni mucho menos estilo.

La mayoría de las chicas no sabían combinar siquiera sus zapatos, daba vergüenza. Ya no era mi drama, era cosa de todos, la gente no sabía como caminar o reírse, lo hacían sin filtros, soltando grandes risas. Arrugué el ceño y con desespero, esperé a mi padre.

Me detuve en la acera y mire a un solo lado, los vecinos estaban saliendo, quizás a sus trabajos, pero en un lugar tan pequeño como este, ¿qué clase de trabajos puede haber?