𝐁𝐮𝐝𝐚𝐩𝐞𝐬𝐭 - 𝐏𝐚𝐥𝐞𝐫𝐦𝐨

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 20

Años atrás...

Las discusiones entre los padres de Karenina eran aún mayores, pues la menor estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y todavía no estaba claro el futuro de ella. Martina, quien residia en España no dejaba de llamar a diario tratando de convencer a su única hija de mudarse con ella.

–Hija, tienes que salir de ahí, hacer una vida–le decía la madre al otro lado del teléfono– No pensarás pasarte toda la vida cuidando a tu padre, ¿verdad?

Poco o nada sabía Martina sobre el entrenamiento de la menor y los planes de ella.

–Hay muy buenas universidades aquí–insistía– Me he enterado que Vladimir y Alexey están planeando salir de Rusia para ir a la Universidad.

–Lo sé, madre.– eran sus mejores amigos, claramente lo iba a saber–Estoy bien aquí, buscaré un empleo pronto y aún estoy viendo mis opciones de estudios. Hablamos luego, ¿vale?

–Piensatelo, por favor. Te amo –cuelga la llamada

Guarda su móvil en el bolsillo trasero de sus vaqueros y procede a entrar a su hogar para dirigirse a la cocina, donde su padre y Svetlana la esperaban.

–¿Otra vez tu madre con la idea de que te vayas a España?– le pregunta su padre

Ella asiente ante su pregunta mientras recibe la taza de té que svetlana le estaba entregando.

–¿Té? ¿No hay café? –pregunta indignada.

–Es mejor algo más suave, hoy es la cirugía–le recuerda svetlana.

–Gracias–empieza a beber mientras miraba a los adultos– ¿Por qué lo han dejado?–la mirada de ambos fue confusa– Los he escuchado –explica

–Hay veces en las relaciones amorosas no funcionan, pero por eso no se tiene que perder la amistad que hubo antes de.– fue la simple respuesta que dio su padre.

Más tarde ese día, Karenina se encontraba sentada en medio de su jardín.

–Puedes dejarme aquí, gracias–le dice al uno de los trabajadores.

–Padre...

–Karenina, sabes que puedes dar un paso atrás. A todo.

–No, no quiero fallarte, no quiero fallarle al plan de Svetlana. Ambos confían en mi.

–¿Estás segura? He hablado con tu madre y una parte de mi piensa que una vez que empieces, no podrás detener nada.

–Lo sé, no quiero hacerlo. Solo que...estaba pensando.

La voz de Svetlana se escuchó, era hora de partir a la clínica.

–Confío en ti y estoy muy orgulloso de ti–ella esboza una pequeña sonrisa y se pone de pie para empujar a su padre en aquella silla de ruedas en la que estaba postrado.

Actualidad

Ese vago recuerdo llegó a su mente mientras veía a su madre ser escoltada a las afueras del Banco. Pensaba en lo diferente que hubiera sido su vida, en lo que hubiera pasado si es que ella se iba a España con su madre cuando se lo propuso, probablemente estuviera viendo las noticias y viendo a tales atracadores dentro del Banco de España.

–Ya debieron de haberse dado cuenta–susurra Rio a su lado izquierdo.

–¿El qué?

–Del oro, pues que no está.

Solo asintió y bajó la mira.

–Está todo jodido, ¿sigues pensando en que saldremos librados de esto?