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California: Lunes 6:00 a.m 

La alarma sonó, y eso significaba el comienzo de la rutina. 

Me metí a la bañera, sintiendo el agua caliente recorrer mi cuerpo, era tan relajante que me quedaría toda mi vida aquí, pero los deberes llaman, así que salí y me preparé para el día. 

Bajé y recogí la ropa sucia de mis hermanos y la metí a lavar. Me dirigí a la cocina y comencé a preparar el desayuno de mis hermanos. Al terminar subí a la habitación de Zack y Anthony, mis mellizos favoritos. 

Los desperté y los cambié y cuando bajaron a desayunar acomode sus cosas del colegio. Luego fui hasta la habitación de Liam, el mayor de mis hermanos menores. Me costó despertarlo pero lo logré, o eso creo, ya que cuando mientras lo ayudaba a cambiarse noté como sus ojos seguían sin poder abrirse del todo. 

-Liam...dormiste tarde anoche?- Le pregunté. 

-No-o. ¿Por qué?- Titubeó mientras desviaba la mirada, señal de que estaba mintiendo.  

-Liam...

-Ok, si. -Confesó. 

-¿Por qué? 

-Anoche escuché como tú y mamá discutían, y no pude dormir, así que miré desde mi ventana las estrellas. 

-Lo siento, es que rompí un vaso de vidrio y mamá se molestó. 

-¿Que te pasó en el brazo? - Preguntó, tenía la manga levantada y notó un pequeño moretón. 

-No es nada, solo me golpee.- Contesté y baje la manga. -¿Viste algún platillo volador?- Cambié de tema. 

-No.- Contestó triste.- Pero si vi una estrella fugaz. 

-¿Pediste un deseo?-Pregunté mientras lo peinaba, sus pequeños rulos no son fáciles de manejar. 

-Deseé que nunca nos dejes. - Respondió, a lo que me dejó sin palabras. 

-Escúchame. Nunca, pero nunca, pienso abandonarlos. Te lo prometo.- Contesté alzando mi meñique, el levantó el suyo y cruzamos ambos dedos. Esa era nuestra forma de prometer algo que siempre podamos cumplir. - Aún que hubieras pedido una novia. 

-Wakala, no gracias. Mejor un novio para ti. 

-Mejor paso. 

Un llanto se escuchó desde la otra habitación. 

-La bestia despertó. Mejor ve a desayunar. 

-Será mejor que vayas antes de que se transforme en un vampiro y nos coma a todos. 

-Sigues teniendo una gran imaginación, asustas. 

-Lo sé. - Contestó y bajo a la cocina. 

Me dirigí a la habitación de Mateo, le di su biberón mientras lo cambiaba. Luego bajé, Zack y Anthony habían terminado así que se pusieron a mirar televisión, mientras Liam y yo terminábamos de desayunar. 

El timbre de la casa sonó. 

-Liam, cuida de Mateo mientras veo quién es. - Mandé, a lo que asintió. 

Abrí la puerta y me encontré con Dylan. Dylan Hartman. Mi gran mejor amigo. 

-Hey, ¿Qué haces aquí?  

-Hola mejor amigo, yo también te he extrañado. - Reclamó, a lo que lo abrace. 

-¿Como has estado? - Pregunté mientras lo dejaba pasar. 

-Bien, ¿Y tú? 

-Igual, ¿Me dirás que haces aquí? 

-No creas que te dejaré sola con estos pequeños demonios.- Respondió, seguido de eso mis hermanos se abalanzaron hacia el. -Menos el primer día. - Trató de decir ya que los mellizos lo estaban asfixiando. 

-Aquí el demonio eres tú.- Mencionó Liam. 

-Si eso!- Apoyaron los mellizos. A lo que Dylan le sacó la lengua en forma de burla. Respondieron sacando el dedo del medio al mismo tiempo mientras tomaban sus mochilas. 

-Estos niños de ahora. -Mencionó cruzándose de brazos mientras los miraba con el seño fruncido. -¿Como has estado campeón?- Le preguntó a Liam mientras sobaba su cabello, despeinándolo.  A lo que me quejé. 

-¡Hey! Tardé en peinarlo. - Reproché. 

-¿Estas segura de que lo peinaste?- Dijo, a lo que rodé los ojos.- Como sea, tomen sus cosas y vámonos. 

Tomé mis cosas y cargué a Mateo pero se balanceaba hacía Dylan. 

-Al parecer alguien me extrañó.- Mencionó Dylan, cargándolo. 

-Al parecer si, te quiere más que a mí.

-Niños, desde hoy usaremos mi auto, yo manejo. 

-Nop, ésta vez comenzaré yo. ¡Cinturones!- Mandé.

-Anthony hermano, si muero y tú no, quiero que cuides de mi Hámster.-Dijo Zack. 

-Lo mismo digo hermano.- Luego se abrazaron dramáticamente.  

-¡Que dramáticos que son!, Y tú Zack, ni siquiera tienes un Hámster. 

-Lo sé, pero sonaba cool.

-No, en realidad no.- Dijo Liam. 

-Ok, entonces, ¿Cinturones listos?

-¡Listos!-Contestaron Liam y los mellizos al mismo tiempo. 

-¿Mateo está bien agarrado?- Pregunté volteando hacia atrás para ver como Mateo estaba en su asiento y sonreía. 

-Si, yo me encargué de eso, tranquila.- Informó Dylan. 

-Bien, allá vamos. - Mencioné mientras arrancaba el auto y comenzando a conducir a nuestra primera parada, la guardería donde Mateo se quedaba durante el día.  

BEAUTY | PAYTON MOORMEIERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora