Las cosas no estaban yendo conforme a lo planeado. A pesar de continuar empujando y haber tenido las ventajas de los Safety Cars, le estaba pareciendo imposible el adelantar más autos de los que esperaba. Le daba miedo preguntar en qué lugar estaba, se hacía más o menos una idea de que probablemente estaría entre el catorce y el octavo, pero más arriba de eso realmente lo dudaba.
¿Cuánto quedaría de la carrera? ¿Cinco vueltas tal vez? En cinco vueltas le sería imposible conseguir algo más. Los errores de los límites de vuelta le carcomían la cabeza, no podía ver bien en donde estaba pisando el auto, casi que estaba manejando a ciegas y a puro instinto. Algo que tampoco le dejaba en paz es que, añadido con ello, no se sentía seguro al momento de acelerar.
Los nervios los sentía destrozados, lo único que quería era ya acabar, acabar e irse a encerrar a su lugar de siempre. Estaba tan encerrado en su autocastigo mental que ni siquiera supo el momento en que ya se colocaba en la última vuelta. Frustración, enojo, vergüenza, eran esos algunos de los sentimientos que tenía dentro de sí, y difícilmente estaba logrando que todo eso se esfumara.
Con rabia al sujetar el volante cruzó la linea de meta siendo acompañado por el ondulamiento de la bandera a cuadros. Escuchaba las voces de sus ingenieros diciéndole algo para lo que no tenía mínima intención de captar.
─ Lo siento chicos, lo siento mucho. ─ Mencionó por el micrófono que había en el auricular.
Labios mantenía fruncidos debajo del casco ¿Qué era lo que estaba mal con él? Todo se le estaba escapando de las manos, el agujero de salida cada vez le parecía que se hacía más pequeño y que no podría escapar de el. Tan pronto como el auto lo detuvo en los pits y bajó de ahí, no hizo nada más que ir directamente a la habitación que usaba para calentar. Puso seguro a la puerta; no estaba con humor de recibir los sermones de nadie, o su compasión, o lo que sea que le fueran a dar.
Se sentó sobre el sillón, recargando ambos codos sobre sus piernas. Su compañero había ganado, para él era felicidad absoluta y también le convenía por completo: al menos así distraería a Horner y a Marko del desastre de carrera que había hecho. Reposó la parte superior de su cabeza entre ambas manos quedando con la vista en el suelo. Su respiración se sentía agitada, el suelo le daba vueltas, se sentía inquieto, sumamente nervioso, y cuando menos notó las lágrimas caían sin parar por sus mejillas.
Lo que había iniciado como un llanto en silencio pronto se convirtió en lamentos que resonaban por toda la habitación. Un tumulto de quejidos y sollozos se escuchaban de su parte, y lo peor es que no conseguía detenerlos; se iba a volver loco al sentir tantas cosas en un solo instante. De pronto, los toquidos de la puerta se presentaron y él apenas y estuvo consciente de eso, sabía que era una voz sumamente preocupada pero el contenido de aquellas frases que se escuchaban no eran de su interés; era como si en automático su cerebro las desechara y se concentrara en el llanto que estaba teniendo.
Quien tocaba al otro lado de la puerta era Max. Quería hablar con Checo y apenas subía los escalones fue que Jo le explicaba lo que estaba sucediendo. En esos instantes se podía notar la faceta más vulnerable de ambos: Checo al estar desconectado del control total de sus emociones y Max al tratar de ayudar a su compañero.
─ Checo por favor ábreme. ─ Aclamaba el ahora tricampeón del mundo, forzandola manija al desesperadamente jalar de ella y no conseguir nada.
Los sollozos del mexicano lo alteraban aún más, y es que no sonaban como unos típicos sollozos de tristeza, sino como de desesperación, estaba temeroso de que el mexicano intentara hacer una locura. Jo estaba espectante desde atrás: tampoco tenía claro de qué hacer. Pensaba en ir en búsqueda de alguna copia de llaves de ahí o algo más, pero sus planes se vieron rotos en cuanto el estruendo se escuchó por el lugar: Max, de una patada, consiguió abrir la puerta.
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Overwhelmed © 〔❛ Chestappen ❜〕
Fiksi PenggemarLas voces en su cabeza no lo dejan descansar. Cada paso que da, se lo cobran regresando tres atrás. Se siente asustado, no tiene confianza, tiene miedo y nadie lo escucha, su propia ansiedad lo está matando; y nadie le está tendiendo la mano. En el...