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La noche de nuestro primer encuentro era fría. Salí al patio al escuchar una colisión. Tenía miedo, vivía solo y la casa más próxima estaba demasiado lejos para correr hasta allí si había peligro, así que, juntando mi valentía tomé un arma y salí del lugar.

Humo salía del lugar donde se encontraba aquel objeto, me costó reconocer lo que era, pero pronto lo relacioné con una de esas imágenes que tanto salió en las noticias durante los últimos años. Era una nave extraterrestre. Esos seres habían llegado a invadir el planeta, o eso era lo que los medios querían vender, pues todo seguía funcionando tal como antes, solo que ahora había cierto miedo y desconfianza entre la gente, no podías saber si ese amigo que tanto querías era quien decía ser.

Un cuerpo emergió de la nave, afiancé el arma entre mis manos temblorosas, no sabía si estos seres eran violentos, naturalmente les temía.

La figura no parecía advertir mi presencia, pero en cuanto el humo se dispersó pude sentir como se tensaba. Giró hacía mí y donde antes habían unas pequeñas antenas y unos ojos un tanto grandes solo había la cara de un chico normal. Un chico asustado. Algo dentro de mi dijo que este ser era inofensivo. Bajé el arma de inmediato y traté de acercarme.

El sujeto estaba alerta, analizando mis intenciones sin perderse alguno de los movimientos que estaba haciendo. Mientras me acercaba pude ver lo asustado que estaba, su cuerpo temblaba y se abrazaba a sí mismo, tratando de protegerse del peligro, uno que no había. Solo quería ayudarlo.

Avancé hasta que estuvimos lo suficientemente cerca como para ofrecerle mi mano como ayuda para salir de la nave. Fijó su vista en el arma de mi mano, la tiré lejos para hacerlo sentir seguro. Después de unos momentos de vacilación tomó mi mano. Era realmente cálida.

Cuando estuvo fuera de la nave analicé su cuerpo: Sus ropas estaban desgastadas, seguramente por el impacto, y tenía algunas heridas.

—¿Puedo ayudarte? —pregunté con cautela. Sus ojos miraron directamente a los míos. Después de un momento asintió.

Empecé a caminar hacía la casa, jalando de él. No había soltado su mano, por alguna razón se sentía muy cómoda.

Una vez estuvimos adentro lo ubiqué en uno de los sofás y cerré las ventanas y cortinas, después busqué el botiquín que guardaba en una de los gabinetes de la cocina y me senté junto al ser del otro planeta.

—Estás herido, no sé si funcione, pero déjame curarte —dije señalando el botiquín que descansaba en mi regazo. Él asintió nuevamente.

Tomé con cuidado sus brazos, examinándolos en busca de las heridas y empecé mi labor. Pude ver que le dolía, así que pensé en una forma de distraerlo.

—Mi nombre es Joshua, ¿cómo es el tuyo?

Su cuerpo se tensó y sentí que me miraba nuevamente, tal vez en busca de alguna amenaza. Después de un tiempo se relajó.

—Jeonghan.

Me detuve un momento al escuchar su voz, era... Mágica.

—¿Cómo llegaste aquí?

—Los tuyos atacaron la luna.

—Creí que no vivían ahí por ser una zona poco segura —dije tomando su otro brazo, evitando su mirada.

—No teníamos a dónde más ir.

—¿Estás solo?

—Si, los tuyos mataron a mis padres —pude sentir odio en su voz.

—Lo siento —dije tratando de permanecer lo más sereno posible, sabía que este chico no iba a hacerme nada, sin embargo una parte de mi aún temía—. Los tuyos también mataron a mis padres, así que estamos a mano, aunque no lo hicimos nosotros directamente, así que no tiene mucho sentido guardarnos rencor.

Sentí como se relajaba. Tal vez confiaba en mí un poco más.

—¿Vas a entregarme?

¿Era miedo en su voz?

Esta vez no evité la mirada—. No diré nada, puedes hacer lo que quieras.

—¿Puedo quedarme aquí?

No debía aceptar, si lo descubren sería acusado de traición, pasaría mi vida en la cárcel. Iba a negarme, pero el brillo en sus ojos me hizo olvidar todo.

—Puedes hacerlo.

Vámonos a marte [JiHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora