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Esperamos dos semanas y volvimos a nuestro antiguo hogar. No había nadie a los alrededores, solo unas cintas amarillas rodeando el lugar. Nos mantuvimos detrás de un arbusto, esperando un movimiento que al parecer no llegaría.

—Quédate aquí —dije después de unos minutos en los que nada pasó—. Prométeme que vas a correr si pasa algo.

—Joshua...

—No pienses en mí, Hannie, prométeme que te pondrás a salvo —dije sujetando sus manos. Eran tan cálidas como aquel primer día.

—Lo prometo solo si prometes mantenerte a salvo.

Fruncí los labios. No podía prometer algo que no estaba seguro de poder cumplir. Me miró con angustia y me rendí ante su mirada.

—Lo prometo —dije con una sonrisa, para después besar su frente y salir de nuestro escondite.

Saqué el arma del bolso y la sujeté con firmeza. Nunca podría acostumbrarme a ella. Revisé los alrededores antes de entrar a la casa. No había nadie.

Le hice señas a Jeonghan y salió del escondite. Una vez juntos fuimos hasta el lugar donde estaba la nave. Le entregué una de las palas que había sacado de la casa y empezamos a cavar.

Nos tomó menos tiempo del esperado. Jeonghan le dio a la nave una mirada llena de emociones. Podía entenderlo. Esa nave marcaba el comienzo de una vida que se vio obligado a enfrentar. Ahora significaba el comienzo de otra que tampoco había sido su voluntad.

Lo vi adentrarse y la nave se iluminó. Al parecer funcionaba. Salió del agujero con algo de esfuerzo y quedó elevada unos cuantos centímetros. Jeonghan asomó su cuerpo y me tendió la mano para ayudarme a subir.

—Tengo miedo, Hannie —confesé, la tierra era el único lugar que conocía, me sentía cómodo aquí a pesar de todo.

—No debes tenerlo si estás conmigo, Joshua —dijo dirigiéndome una de sus bellas sonrisas. Podría decir que si a todo cuando le veía sonreír—. Déjame llevarte de viaje a las estrellas.

No lo dudé más, tomé su mano con firmeza y me metí a la nave.

Vámonos a marte [JiHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora