Capítulo 4

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Arrugó la frente y separando los labios emitió un débil gemido por lo bajo. Rodó y se quedó tumbado de espalda jadeando, le costaba respirar y de repente sintió un frío intenso, además del dolor de cabeza que le estaba matando.

Escuchaba como un susurro lejano, le pareció escuchar su nombre entre sollozos ahogados...

—¿Qué...?—susurró él también.

Pestañeó y poco a poco fue abriendo los ojos, tratando de enfocar la vista y ver lo que había a su alrededor. No veía con claridad, estaba todo a oscuras y se levantó con cuidado de no golpearse su dolorida cabeza. Se quedó sentado y llevándose ambas manos a ella cerró los ojos y gimió de nuevo por lo bajo.

—¿Estás bien?

Escuchó una voz familiar y abrió un ojo, mirando a través de sus dedos. Entonces se hizo la luz y pestañeó gruñendo hasta que sus ojos se adaptaron a ese cambio brusco de luminosidad.

—¡Bill!, ¿estás bien?—volvió a preguntar Tom llorando.

No se lo podía creer, era su hermano que le había encontrado. Alzó la cabeza y asintió con ella al tiempo que rompía a llorar desconsolado.

—Me he caído—explicó sin necesidad.

—Tranquilo, te sacamos en un minuto—dijo Tom respirando aliviado.

Se levantó y se puso a gritar y a mover las manos llamando a sus compañeros.

—¡Le he encontrado!

Al poco todos corrieron hacia él y se asomaron al agujero desde el que los miraba un aturdido cantante.

—Bill, ¿estás bien?—preguntó David sin aliento.

—Me he dado un golpe en la cabeza y he perdido el conocimiento...y creo que me he hecho daño en un pie—explicó Bill con torpeza.

—Parece un pozo—murmuró Georg para que su compañero no le oyera.

—Si, no es muy hondo pero se ha dado un buen golpe—dijo David asintiendo—Quedaos con él, voy a por ayuda.

Los chicos asintieron y se inclinaron sobre el agujero, enfocando con sus linternas a su caído compañero, que apoyándose en las paredes del pozo se había puesto de pie y los miraba desde abajo.

—Tranquilo Bill, David ha ido a por ayuda y te sacaremos en un minuto—le tranquilizó Gustav.

—Daos prisa por favor...tengo frío...—susurró Bill entre dientes.

Tom se movió de inmediato. Se echó mano a la sudadera que llevaba y estaba a punto de desabrochársela cuando un sollozo ahogado le vino desde abajo. Bill temblaba y lloraba sin poder evitarlo, estaría pasando mucho miedo y él...él solo quería ir a su lado y abrazarlo.

No se lo pensó dos veces y se asomó de nuevo al pozo.

—Bill, échate a un lado—ordenó con voz firme.

—¿Qué vas a hacer?—preguntó Gustav.

—Ir con él—contestó Tom.

—¿Estás loco o qué?—gritó Georg sin poderlo evitar.

—No pienso quedarme de brazos cruzados viéndole temblar de miedo—dejó Tom bien claro.

—David vendrá y le sacaremos enseguida....te romperás la cabeza saltando ahí abajo—le trató de disuadir Gustav.

Pero Tom era muy cabezota y tratándose de Bill no daba su brazo a torcer.

—No es muy hondo, no me pasará nada—murmuró para que no le oyera Bill.

—¿Qué....qué pasa?—preguntó Bill desde abajo, desde solo le llegaban unos murmullos apagados.

—Échate a un lado—repitió Tom de nuevo.

—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?—preguntó Bill sin moverse.

—Tú solo hazlo—ordenó Tom gritando.

Vio como le obedecía y tras echar un último vistazo a sus compañeros, dio un salto y se dejó caer al pozo. Llegó al suelo y perdió el equilibrio por un momento, pero se repuso con rapidez y se apresuró a estrechar a Bill entre sus brazos.

—Ya estoy aquí—susurró Tom besándole el pelo.

Le sintió estremecerse y recordando a que había bajado, le soltó por unos segundos mientras se quitaba la sudadera y le ayudaba a ponérsela.

—¿Y tú?—preguntó Bill sin dejar de temblar.

—Yo estoy bien—contestó Tom con firmeza—Ven, sentémonos.

Terminó de subirle la cremallera y poniendo una mano en su cintura, le hizo sentarse a su lado, atrayéndolo de nuevo a sus brazos.

—¿Dónde te golpeaste?—preguntó preocupado.

—Aquí...a la derecha—explicó Bill bajando la cabeza.

Le apartó el pelo con suavidad a un lado y usando la linterna que había llevado con él le estuvo examinando hasta dar con una pequeña brecha. No era profunda y tenía a su alrededor sangre seca. Respiró aliviado, recordaba la de veces que se habían peleado de pequeños y su madre les decía que lo mejor cuando unos se golpeaban la cabeza era que sangrara.

—No es nada—murmuró para tranquilizar a su hermano.

—Me va a salir un chichón—susurró Bill alzando la cabeza.

Cerró los ojos por un momento, le había dado un pequeño mareo y su hermano lo había notado, pues le cogió con suavidad y le hizo recostarse contra su pecho.

—Quédate quieto un momento—pidió Tom en voz baja.

Asintió suspirando. Se aferró a su cintura con ambas manos y se recostó contra él sonriendo. Si fueran otras circunstancias...si estuvieran así en una cama, los dos abrazados y desnudos después de haber gozado...

Abrió los ojos y maldijo por lo bajo. No tenía que pensar en esas cosas, más porque jamás se iban a hacer realidad y él sufriría en vano.

—¿Te duele algo más?—preguntó Tom preocupado—Dijiste que te habías hecho daño en un pie...

—Si, creo que me he torcido el tobillo—explicó Bill moviendo un poco su pie derecho.

—Será un pequeño esguince—murmuró Tom acomodándole en sus brazos mejor.

—¿Por qué has saltado?—preguntó Bill de repente mirándole.

Tom fijó la mirada en su cara y lo que vio....no le gustó nada. Gracias a la luz de su linterna, podía ver sus mejillas surcadas de lágrimas negras y un pequeño corte en su mejilla izquierda. Pero no fue eso lo que más le llamó la atención, sino los labios entre abiertos de su hermano. Había algo de sangre en ellos, procedente de la herida que ya estaba seca, y le temblaban a causa del frío y miedo.

No se pudo contener y levantando una mano pasó su pulgar por ellos haciéndole cerrar los ojos y estremecer.

—Lo siento—susurró retirando el dedo.

—No me has hecho daño—murmuró Bill entre jadeos.

Seguía con los ojos cerrados, sentir como le tocaba Tom...jamás lo hubiera imaginado, con que suavidad y ternura lo haría. Suspiró y echó hacia atrás la cabeza con un solo pensamiento en ella...

"Bésame...aunque sea una sola vez..."—deseó con todas sus fuerzas.

Tom le miró extrañado, se había puesto más pálido de repente y echado hacia atrás la cabeza. Seguro que seguía mareado e iba a perder de un momento a otro la consciencia. Echó un vistazo a la entrada del pozo, sus amigos no estaban asomados espiando, vieron que era un momento íntimo entre hermanos y se retiraron mientras esperaban la ayuda, que al parecer ya llegaba.

Desde donde estaba, escuchaba unas voces apagadas y sobre su cabeza se movían los haces de luces de varias linternas. Volvió a fijar la mirada en su hermano, concretamente en sus labios. Seguían separados y una loca idea le cruzó por la cabeza.

"¿Y si le beso...aunque sea solo una vez?"

No se lo pensó más tiempo, e inclinando la cabeza posó sus labios con suavidad sobre los de su hermano...

Deseo concedidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora