Se dejó subir sin desviar la mirada de su hermano, que le miraba desde abajo. A cada metro que se separaba de él, sentía una opresión en el pecho y que le costaba respirar. Era como si pensara que iba a pasar algo y esa fuera la última vez que le viera.
Separó los labios dispuesto a llamarlo, pero de ellos solo salió un sollozo incontrolado.
—Te amo...—susurró llorando.
Llegó al borde del pozo y sintió unas manos que la cogían por los hombros y le alzaban hasta dejarlo tumbado sobre el prado en el que estuvo paseando minutos antes...o tal vez horas, no lo sabía, había perdido la noción del tiempo.
—Ayudad a Tom—pidió entre lágrimas.
David escuchó el miedo en su voz y le quitó el arnés lo más rápido que pudo, lanzándolo de nuevo al pozo.
— ¿Dónde te has hecho daño?—preguntó Gustav arrodillándose a su lado.
—Ayúdame a levantarme—pidió Bill ignorando su pregunta.
Gustav asintió y ofreciéndole su mano tiró de él con suavidad. Vio que cojeaba al andar y se apresuró a sujetarle por la cintura con firmeza.
—Cuidado, no te vayas a caer de nuevo—bromeó Gustav tratando de calmarlo.
Se le veía muy nervioso. Llegaron al borde del pozo y sintió que se soltaba para arrodillarse en el suelo y mirar en busca de su hermano. Pero fue inclinarse y aparecer Tom en ese momento. Sus caras casi se rozaron, y juraría que hasta sus labios...
— ¡Tom!—llamó Bill entre lágrimas.
—Estoy bien—murmuró Tom jadeando.
David se apresuró a ayudarlo a salir del pozo y quitarle el arnés suspirando aliviado de que todo hubiera al fin terminado.
—En la gasolinera han llamado a una ambulancia—explicó recogiendo la cuerda—No tardará en llegar.
—Regresemos al autobús y allí la esperamos—intervino Gustav.
Todos asintieron y antes de que pudieran moverse, Tom se adelantó e inclinándose cogió él mismo a su hermano en sus fuertes brazos.
—Tom, déjame que estarás cansado—se ofreció David al momento.
Pero Tom se negó y empezó a andar hacia la gasolinera, sonriendo al sentir como su hermano enterraba la cara en su cuello suspirando. Sabía que estaba llorando, sentía las lágrimas mojarle la piel y como sus labios temblaban contra él.
—Bill, ¿por qué lloras?—preguntó sin poderse contener
—Tengo miedo—contestó Bill enterrando más la cara en su cuello.
—No lo tengas, ya estas a salvo—murmuró Tom acomodándole mejor en sus brazos.
Sabía que no lloraba por eso, pero se estaban acercando a la gasolinera y había mucha gente esperando su regreso. Tendría que esperar a estar a solas y preguntarle el verdadero motivo de sus lágrimas.
A lo lejos escucharon el sonido de la ambulancia y minutos después su hermano descansaba en una camilla mientras que le vendaban el tobillo que se había torcido.
— ¿No sería mejor llevarle a un hospital?—preguntó David muy preocupado.
—Es un simple esguince, y el golpe de la cabeza no reviste gravedad—explicó el médico que le atendía—Es una pequeña contusión sin importancia. Pero si se quedan más tranquilos...
—Quiero irme a casa—intervino Bill en voz baja.
—Primero debemos asegurarnos de que estés bien—insistió David.
ESTÁS LEYENDO
Deseo concedido
RomansaDe improvisto, Bill Kaulitz desaparece sin dejar rastro alguno. Tom le busca desesperado, no puede dejar de pensar que le ha pasado algo malo, de imaginárselo en un lugar frío y oscuro en donde temblando de miedo Bill solo desea estar a salvo a su l...