Prologo

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Prólogo

Criminalmente inocente

Ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo. (E.S)


P.O.V Charlotte Austin

No se suponía que las cosas se desarrollarían de una forma desagradable. Como parte del cuerpo policiaco mi deber era garantizar la seguridad de todos. Sentía una gran satisfacción cuando veía a los villanos tras las rejas, pero esta vez era una excepción.

Ver aquellos ojos siempre sagaces y alegres bañados en confusión mientras mi hermano Ken la empujaba con fuerza hacía el suelo inmovilizándole me rompió el corazón. Ella no era realmente una criminal. Era solo culpable de nacer en la familia equivocada. Deseé soltar mi pistola y acercarme a ella, empujar a Ken a un lado y decirles que la castaña no debía ser tratada de esa manera. Quizás era mi corazón hablando y no mi razonamiento. Es difícil ver solo un criminal en el rostro de la persona de la cual te has enamorado.

Sí, es cierto que ella no es la persona más inocente del mundo. No podría serlo luego de crecer en una familia de gánsteres. Pero ella era integra de cierta forma. Lo peor que había hecho era estafar ladrones; acaso... ¿robarle a un ladrón era un delito grave? Quizás no.

-Ken, no es necesario tratarle así.- interrumpí acercándome a donde mi hermano, quien tenía a la morena inmovilizada bajo su cuerpo con su peso.

Ver a Engfa ahí. Inmóvil y con el rostro pegado al suelo era doloroso. Había aprendido a verle con su mentón levantado y ojos cargados de una maldad inocente...casi juguetona.

-Deja de moverte, Waraha.- le ordenó Ken.

-¡Saca las manos de mi hija, zorra! ¡Se arrepentirán de hacer esto!- exclamó el señor Waraha mientras otro oficial le colocaba esposas.

- ¡Te dije que esa zorra nos traicionaría! No era de confianza.- le escuché decir a Nudee, la mujer me lanzaba una mirada cargada de odio mientras un agente la tenía inmovilizada contra una pared.

Debía estar orgullosa de esto. Me habían encomendado desmantelar a la banda más poderosa de Tailandia y lo había logrado. Había logrado pillarlos en una enorme movida. Una venta enorme de licores y joyas robadas.

Finalmente, Ken cedió a mis palabras y levantó a Engfa del suelo. La removió como si se tratase de una hoja y la morena no soltó queja alguna. Mis ojos se encontraron con los oscuros de Mook. Vestía su traje negro de diseñador hecho a la medida. Tenía manchas de polvo debido a que Ken le había derribado, pero aparte de eso lucía perfecta. Tan impecable como cuando se sentaba en la mesa de póker a realizar una de sus movidas que les haría ganar una fortuna a su familia.

Había decepción en sus ojos. Me sentí culpable de inmediato. Ella había confiado ciegamente en mí; se había puesto en contra de todos en su familia por defenderme. Los Waraha nunca confiaron en mí, porque los guardaespaldas nunca deben dejar de ser solo eso. Engfa había decidido hacer una excepción conmigo.

Ella me había defendido cuando todos desconfiaban. Ella me había dedicado sonrisas cargadas de generosidad. A veces coquetas y otras veces cargadas de burla. Ahora sus ojos simplemente proyectaban un enorme vacío y sentí el pinchazo en mi pecho al saber que yo había provocado ese dolor.

Engfa había puesto su confianza y corazón en mi mano. Se había abierto totalmente a mí y yo había pasado por encima de sus sentimientos sin siquiera detenerme a pensarlo. Estaba tan deseosa de seguir los pasos de mis padres. Deseosa de derribar a una de las bandas responsables de la muerte de mis padres. No me detuve a pensar que...iba a destruirla a ella en el proceso.

Mimetismo: Nada es lo que Parece (Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora