Capítulo 3

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Secret Omega

Tres días después de que Louis pasó la tarde con Harry por última vez, se encontró a sí mismo recostado en la cama de su habitación observando en dirección a la ventana, extrañando a su mejor amigo. Esa mañana se había despertado con un extraño sentimiento de necesidad que se resumía a querer ver a Harry de inmediato, recordaba su fragancia fuerte y espesa, su sonrisa, el brillo de sus ojos y algo se removía en su pecho ansiosamente.

Louis le llamó al teléfono por lo menos tres veces y al no ser atendido, decidió sin más pasarse por su casa un rato como acostumbraban hacer desde pequeños. Luego de ingerir su dosis diaria de supresores, tomar una ducha y cepillar sus dientes, el joven se vistió con una sudadera que no recordaba haber comprado pero por alguna razón estaba en su armario y que le gustaba demasiado, unos pantalones cómodos y sus zapatos favoritos. Se peinó también el cabello y tomó algunas cuantas pertenencias más, como su móvil y billetera.

Una vez Louis estuvo listo bajó las escaleras y se encontró con su madre aseando la sala de estar con la aspiradora, ella rápidamente le sonrió en grande y dejó por un momento lo que hacía.

—Hola cielo ¿sales a algún lado? —le preguntó, tan amable como solo ella podía.

Louis asintió—. Iré a ver a Harry. Te llamaré cuando esté por volver.

—Ve con cuidado. No regreses tarde.

Él le sonrió e inclinó la cabeza con suavidad.

—No lo haré mamá.

Louis salió de su casa y pronto tembló. Hizo un puño con las mangas de la sudadera que al parecer era algunas tallas más grandes y soltó un suspiro. Había notado que en las últimas semanas se había estado haciendo más sensible al frío, como si pronto fuese a necesitar que alguien estuviese abrazándole y dándole calor constantemente. También se sentía un poco más débil, como si pedir ayuda hasta para abrir una simple lata de pepinillos fuese a convertirse en un nuevo hábito para él. Sabía qué le ocurría, se trataba de la naturaleza modificando todo aquello a lo que estaba acostumbrado, convirtiéndolo por completo poco a poco en lo que era, un omega. Louis lo detestaba, pero no tenía otra opción aparte de resignarse.

El clima en Manchester que era comúnmente frío, lo estaba un poco más en esas épocas del año, por lo que Louis deseaba que al llegar a casa de Harry, éste le preparara una rica taza de chocolate caliente y le invitara a acurrucarse junto a él en el sillón mientras Louis respiraba con calma la fragancia pastosa y embriagadora que emanaba Harry.

A Louis no le costaba admitir que sonreía mientras imaginaba aquello y que aunque pesara en su corazón, realmente amaba estar entre los brazos de su mejor amigo. La idea se sentía acogedora en su pecho y en sus ojos se podía notar aquel brillo cariñoso... Sí, amaba a Harry. Con todo su corazón.

Para cuando Louis se dio cuenta y pudo tomar un respiro algo desolador, ya se encontraba subiendo los tres escalones de la fachada principal de la casa de su mejor amigo. Sentía algo distinto en el ambiente, algo nuevo, supuso entonces que todo era nuevo para él desde que su naturaleza afloró y que ya no era aquel chico confiado y extrovertido, aunque no le había tomado tanta importancia, realmente había cambiado demasiado en muy pocos días.

Frunció el ceño unos instantes por dudar incluso de llamar al timbre, pero se acercó y lo presionó. En menos de diez segundos fue atendido pero no por quien él esperaba, una pequeña sonrisa alegre y extrañada a partes iguales se formó en sus delgados al ver a la madre de Harry parada al otro lado de la puerta con un gesto vago. ¿No estaban ellos de viaje?

—Hola, Louis —le saludó la mujer sonriéndole amablemente.

Louis también sonrió un poco—. Hola señora Anne, ¿se encuentra Harry?

Secret Omega | Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora