IX

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MARATÓN 1/3

JHON

Una vez me vengo dentro de la chica alzó mi pantalón y salgo del cubículo del baño, lavo mis manos y regreso al club.

Hay un estruendo fuera y llego alimentando mi curiosidad, me encuentro con Andrea llevando solo la parte de abajo de su uniforme, esta abrazando a Carlos y llorando, veo que Gaia le trae un abrigo, Andrea mira a Carlos y le susurra algo y él le responde.

Algo en mi se remueve y voy rápidamente a ellos, halo a Andrea por un brazo ganándome la mala mirada de Carlos.

—¿Por qué te dejas abrazar de él? — le digo enfadado, ella se termina de abrochar el abrigo y me mira con ojos llorosos.

—Alguien intento abusar de mi.

—¿En serio quieres que crea eso? — aprieto más el agarre — Estas en un club nocturno vestida de gata y puta barata, nadie intenta abusar de nadie aquí. Tú le estás dando razones para que te toquen. — escupo rabioso.

Ella se suelta de mi agarre y da un paso atrás.

—¡Te recuerdo que estoy aquí y vestida así gracias a ti! — me señala — si no me hubieses traído y vendido a este maldito lugar nada hubiera pasado. Has pasado toda la maldita noche con otras chicas y no me has prestado ni la mínima atención — solloza — solo déjame en paz, aunque sea por hoy.

Veo como se pega de nuevo a Carlos y siento que explotare de ira.

—¡Aléjate de él! — le grito.

—¡No! — me devuelve el grito y eso me asombra — él, me salvó.

Ruedo los ojos y aprieto mis puños.

—¿Vas a seguir de patética diciendo que te quisieron violar? Eres una sumisa y debes acatar todas las órdenes de tu amo. Por eso te exijo que te arrodilles frente a mi ahora mismo.

Veo como mira a Carlos y se despega de él para hacer lo que le pedí, pero la mano de Carlos la detiene y él da un paso hacia delante dejándola a ella detrás.

—Cómo tu lo has dicho — habla por primera vez desde que llegue — ella es una sumisa y debe acatar las órdenes de su amo, pero ahora te recuerdo que su amo soy yo — sus ojos se clavan como dagas en los míos pero no le bajo la mirada — y no voy a permitir que se arrodille frente a ti solo porque tu no quieres creerle. Así que vete y déjala en paz tal y como ella te lo pidió.

—¿Ahora te crees dueño de ella? — le respondo — ella sigue siendo mi mujer y si a mi se me da la gana de llevármela me la llevo. — él da un paso hacia mi y una leve carcajada sale de su boca, coloca su dedo índice en mi pecho.

—Estas muy equivocado, tú hiciste un trato conmigo ¿se te olvidó? O quieres que te lo recuerde ¿aqui? ¿Frente a ella? — doy un paso atrás — así pensé.
Le hecho una última mirada a Andrea antes de darme media vuelta e irme.

Andrea.

Lo veo irse y le tomo a Carlos la muñeca él me mira por encima de su hombro y me guía fuera del club.

Una vez estamos en su despacho, me siento en la silla frente a su escritorio y él al otro lado. Involuntariamente se me escapa un bostezo y es que ¿como no? Si tengo más de doce horas sin dormir.

—Quiero que sepas que esto no se volverá a repetir — me habla, pero solo puedo ver como sus labios se mueven, tengo los ojos medios abiertos. — ¡Andrea! — brinco en mi asiento y abro los ojos lo más que puedo — me comunicaron que el miércoles tu estarás en el show — asiento — debes de tener precaución, mañana te daré un objeto el cual presionaras cada que te sientas en peligro ¿entiendes? — vuelvo asentir y esta vez ya siento mi cuerpo pesado, el sillón se siente muy cómodo, mis ojos se cierran por completo.

Carlos.

¿En serio me dejo hablando solo? ¿A mi? Veo como se acomoda lo más que puede en el sillón, su respiración está tranquila sus labios entreabiertos, tiene el maquillaje corrido por todo lo que ha llorado.

Me levanto de mi silla y rodeo el escritorio, la tomó por debajo de su nuca y rodillas y la cargo hacia el sofá que se encuentra ahí mismo solo es para que esté más cómoda. Una vez la acuesto ella se acurruca mucho más, me quito el guante de mi mano derecha y con la yema de mis dedos acaricio su rostro; primero sus mejillas y de últimos sus labios, esos ricos labios que aquella noche bese. Vuelvo a colocarme el guante y me pongo de pie.

Ella me odia, ella cree que yo participe aquella noche de su bienvenida pero no lo hice, no la he tocado, solo la besé.

Camino hacia el mini bar que tengo allí y me sirvo un largo trago, luego la vuelvo a mirar y veo que tiene frío, mi abrigo no logra cubrirla completamente dejando la mitad de sus piernas expuestas.

Le quito las botas que llevaba dejando la piel de sus piernas libres, me giró hacia mi escritorio y tomó el teléfono.

—Necesito una cobija a mi despacho ahora mismo — digo y cuelgo sin esperar nada.

No pasan ni cinco minutos cuando escucho la puerta.

—Adelante — Gaia entra con una gran cobija en sus manos, inmediatamente sus ojos viajan a Andrea en el sofá.

—¿Quién lo imaginaria? El gran temido Carlos pidiendo cobija para la nueva sumisa. — me dice llegando a mi — Esa sumisa te traerá muchos problemas — me la entrega — lo mejor es que la deseches, hoy perdiste un gran cliente por ella — me habla pero ni siquiera la estoy mirando — ella jamas será lo que tu necesitas — coloca las dos palmas de sus manos en mi pecho — ¿Quieres divertirte? — sin ningún tipo de cuidado aparto sus manos de mi pecho, y camino dejándola a ella detrás.

—Gracias por la cobija, puedes marcharte sumisa — le digo y me dirijo a Andrea.

Veo como Gaia baja la cabeza y camina a la salida, y se marcha dando un portazo, inmediatamente veo a Andrea pero sigue igual, profundamente dormida.

Le coloco la cobija encima cubriendole todo el cuerpo, me siento en el piso quedando frente a ella y la observo.

Es verdad me traerás muchos problemas pero ¿que más da? Los problemas nunca faltan contigo o sin ti.

Masoquista (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora