•La oveja y el lobo•

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Capítulo 3

•🪷•

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La estrecha cintura de aquella mujer cabía perfectamente entre sus manos y tenerla arriba gimiendo de placer, moviéndose al ritmo que él impuso lo llevaba a la gloria. Sus medianos senos estaban aperlados por el sudor del sexo y la tenue luz que los acompañaba ponía un toque más romántico. Rin era la mujer más gentil que alguna vez conoció, desde que la vio se enamoró perdidamente y le entregó su corazón.
Él estiró su mano y acarició el moretón que se estaba formando a un lado del labio derecho de su esposa, por momentos se arrepentia de sus actos y su manera de lidiar con sus celos descontrolados, pero según Kirin si no ponía las cosas en orden desde un principio, muy seguramente podría perder a su joven y bella  esposa.

Como toda mujer enamorada y casada, Rin se entregaba con amor, solo estando en plena intimidad con su esposo podía disfrutar las caricias que él le negaba debido a su carácter tan especial. En toda su juventud Rin solo tuvo dos novios y apenas llegó a besarlos, pero su esposo fue el primero en todo lo que respecta a la intimidad y el sexo de verdad, o por lo menos eso creía. La intimidad con Kirin era, darse unos besos y dejarse poner en la posición que él prefería, Rin accedía porque su esposo solo en la cama era gentil y porque no decirlo… amoroso, delicado e incapaz de obligarla a hacer cosas que Rin no quería, si se trataba de poses o actos sexuales más arrebatados.

Cuando se terminó el acto sexual Kirin se levantó de su cama y se dirigió directamente a la ducha, tenía la costumbre de siempre  bañarse después de estar con su esposa, mientras que Rin cubría con cuidado su desnudez y se quedaba dormida.

"Te golpeó Rin, te golpeó….y tú lo dejas"

Era su propia voz que le estaba hablando en su subconsciente cuando Rin entró en el mundo de los sueños. Como si fuera una película en blanco y negro, Rin se respondió a ella misma.
|Es mi esposo, él cambiará…sé que todo volverá a ser como antes. La palabra "antes" salió de sus labios estando aún dormida —.Como antes….si….el volverá a ser…

Nuevamente su propio subconsciente la empezó a molestar, muy en el fondo Rin tenía escondido su verdadera personalidad, porque su esposo era un experto lavador de cerebros que parecía que tenía a su mujer bailando en su mano.

"Si tú lo dejas que te siga maltratando puede que no vuelvas a abrir tus ojos…Rin…despierta…Despierta Rin….RIN"

Con un leve saltito que provocó su corazón, Rin abrió sus ojos de manera brusca y empezó a respirar de manera errática, mas rápido de lo normal. Así como estaba, totalmente desnuda agarró su hermosa y fina bata de seda y corrió al baño para vomitar todo lo que había comido varias horas antes. Después del sabor amargo que sintió en su boca se hizo un enjuague bucal y luego bebió agua para hacer pasar las náuseas.

—¡Kirin! Necesito al médico…a primera hora — La enorme habitación estaba en plena soledad, Rin se quedó algo perturbada —¿Kirin?...

La joven mujer se colocó sus pantuflas y fue en busca de su esposo, primeramente lo buscó en el gran estudio en donde  su marido solía pasar mucho tiempo leyendo y no lo encontró, a las demás habitaciones no se animó a entrar porque eran para visitas, bajó a la sala y tampoco estaba. Por último fue a la cocina y tampoco había nadie.

—¿Qué hace despierta a esta hora mi señora?— la empleada en pijamas y envuelta en una pequeña manta la encontró viendo por la ventana —.¿Necesita un té o se le ofrece algo?, escuché ruido por eso estoy aquí.

Por inercia Rin vio en reloj que colgaba en la pared de la cocina y se quedó muy sorprendida por la hora —¿Las cuatro de la mañana?

—Si el señor la ve metida en la cocina se molestará con usted, ¡Por favor señora!

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