Oasis

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El camino de vuelta a la villa fue más rápido de lo que Tighnari calculó. Sin embargo, pese a avanzar lo más rápido que pudieron, cuando por fin lograron divisar a lo lejos el paisaje familiar del hogar del Valuka, el sol acababa de ponerse.

Ambos estaban exhaustos luego de caminar varias horas. No habían tomado ningún descanso desde que salieron de Pardis Dhyai, y aún así habían perdido mucho tiempo. Era esperable. En un día normal, caminar esa distancia le tomaba al Valuka por lo menos medio día, y en esta ocasión habían logrado disminuir el tiempo a la mitad. El Guardia Forestal intentó tranquilizar sus pensamientos por milésima vez desde que emprendieron el viaje de regreso. La nota de Cyno se leía urgente, sí, pero en ningún momento mencionaba que su vida o la de otra persona estuviera directamente en peligro. No había nada qué temer, se repetía.

Y de todas formas, no había ninguna otra forma de llegar a la villa con más rapidez. Quizás si en vez de caminar rápidamente hubieran derechamente corrido, habrían logrado llegar antes. Quizás, si no se hubiera confiado, no hubiera ido a acampar tan lejos, dejando a Collei y la villa a su suerte, podría haber estado más cerca y no habría perdido tanto tiempo. Quizás debería haber enviado cartas preguntando cómo iba todo, aunque sólo fueran unos días... La ansiedad del joven aumentó y aumentó, sintiendo el peso de sus responsabilidades aumentando sobre sus hombros. Nada de lo que pudiera pasar era su culpa, racionalmente lo sabía, pero aún así seguía encontrando razones para reprocharse a sí mismo y su obrar.

Si bien confiaba plenamente en las habilidades de combate de su amigo y en la inteligencia de su aprendiz, le era imposible no preocuparse de todas formas. Eran su familia, al fin y al cabo. Él debía estar ahí para ellos, para la villa. Debía protegerlos de cualquier peligro siempre. Debía estar atento para detectar cualquier posible necesidad que surgiera, debía...

"Tighnari", la ronca voz de su acompañante lo sacó de sus pensamientos. Al volver a la realidad, notó que tenía la mandíbula atascada y sus nudillos estaban blancos por apretar los puños. Miró a Alhaitham, quien lo observaba con su expresión de siempre, aunque sus ojos parecían esconder algo más.

El escriba no había cuestionado en ningún momento el paso que debían mantener, ni tampoco le hizo más preguntas a Tighnari cuando tuvieron que modificar su itinerario sorpresivamente. Después de todo, si era el Gran Juez quien solicitaba refuerzos, no podía ser un tema para tomarse a la ligera. Había seguido de cerca al Valuka en pleno silencio, a sabiendas de que si hablaban probablemente perderían energía, y por consiguiente, tiempo valioso. "Tighnari", volvió a llamarlo. El joven había pasado todo el viaje de vuelta con la mirada perdida, visiblemente preocupado. Entendible, pensó el Gran Sabio. "Ya estamos aquí", le recordó, sintiendo la inexplicable voluntad de decirle alguna palabra de aliento al joven, sin entender muy bien por qué, y sin saber exactamente qué decir. El dar consuelo no estaba dentro de sus talentos.

No era necesario leer mentes para adivinar el tipo de pensamientos que cruzaban por la cabeza del joven, pensó Haitham, pero creía saber que no era el momento ni el lugar de preguntar al respecto. El rostro del joven zorro estaba contraído, sus cejas juntas, frunciendo el ceño. Incluso su nariz estaba arrugada. Pero al oír las palabras del mayor, su cola se movió lentamente de un lado a otro, volviendo a la realidad. Sí, habían llegado. "Respira", fue lo último que agregó el escriba, adelantándose. Quizás la mejor forma de ayudarle en ese momento era sencillamente no decir nada y apresurar aún más el paso para llegar a la villa, que ya estaba ante ellos.

Sin entender bien por qué, Tighnari le hizo caso. Tomó aire por la nariz y lo expulsó lentamente por la boca. Inmediatamente se sintió un poco mejor y comenzó a caminar, siguiendo a su compañero.

Una vez pusieron un pie en la aldea, el Guardia Forestal le ofreció su cantimplora al escriba, dándole el último trago de agua que les había quedado del trayecto. El Sabio le agradeció con una rápida inclinación de cabeza, mientras que se miraban fijamente en silencio. Tighnari estaba realmente agradecido de la buena disposición de Alhaitham en las últimas horas y quería hacérselo saber, mientras que el escriba tenia cosas que quería preguntar. A lo lejos, escucharon un corto grito que llamó su atención. Ambos giraron la cabeza y pudieron vislumbrar a Collei que pareció saltar cuando los vio, rápidamente bajando a su encuentro para ponerlos al día con la situación.

Besado por el trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora