2. Por trabajo

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Otro día cargado de trabajo para Su Señoría en su oficina, ubicada dentro del Palacio Mermonia. A pesar de ser una figura distante, siempre mantiene las formalidades y el respeto por sus ayudantes y subordinados.

Una agenda ocupada incluso hoy, pero al parecer no iba a llegar nadie a su oficina en dos horas, pues era el refrigerio para los trabajadores en el palacio.

Los trabajadores no saldrían del palacio igualmente, ya que la mayoría seguía haciendo pendientes atrasados. Casi todos traían sus alimentos para evitar perder tiempo en salir a comprar, entre ellos el equipo de Administración de Expedientes en el palacio.

Muchas tareas por hacer, poco tiempo para proceder.

Rosena Blanc era la única persona extrovertida en el grupo, conocidos por ser introvertidos y ratones de biblioteca, pero sin poder negar la diligencia que tenían. Se la pasaban casi todo el tiempo de la jornada laboral y después de esta dentro de su oficina a puertas cerradas. Eran contadas las veces que se abrían cuando un par de miembros del equipo salían a hacer entregas personales de expedientes clasificados. El olor que salía del lugar era solamente de tinta, papel y café.

―Creo que tenían razón, hoy no veremos la luz del sol. ¿Mañana será posible?―Suspira Rosena al ver el cielo lluvioso por la ventana.
―Deja de distraerte con cosas obvias y termina tu almuerzo para que me ayudes a organizar esto.―Dice Anne, amiga de Rosena y miembro del equipo, por lo tanto, una persona reservada. Aun así, por el tiempo juntas hablaba más en compañía de ella y el resto del equipo.
―Ya voy...―Dice a regañadientes la mujer de cabellos rojizos y ojos celestes.

Ambas chicas se disponen a organizar las hojas de un expediente que debían entregar personalmente ese mismo día por ser de un caso muy peligroso en la ciudad y que en lo posible nadie más debía tener conocimiento, al menos hasta que se lleve a cabo el juicio.

Los otros dos compañeros del equipo aprovechaban el tiempo de refrigerio durmiendo, pues habían pasado los cuatro días anteriores en vela recopilando toda la información para aquel expediente, y el tercero estaba almorzando adecuadamente después de mucho tiempo.

Pasaría un tiempo y ambas terminarían, aunque aún faltaba media hora para que acabe el refrigerio.

―Rosena, te toca a ti ahora.―Dice cierta rubia con ojeras casi tan oscuras como sus ojos mientras se recostaba en una cama improvisada con libros viejos y un par de mantas.
―La última vez también dijiste que era mi turno.―Suspira la chica de ojos celestes mientras hacía algunos estiramientos.
―Yo estuve de turno desde anteayer hasta hoy y te cubrí para que vuelvas a casa ayer... Sé agradecida.―Habla con cansancio y cierto regaño hacia su amiga para luego taparse con otra manta y comenzar a dormir al poco tiempo.

Rosena suspiraría al ver a Anne dormir y siente que no puede discutir con ella al ver las grandes ojeras debajo de sus ojos. Se pondría de pie y tomaría entre sus manos el grueso folder.

"Entonces tendré que ir a dejarlo en la oficina de Su Señoría."

No era la primera vez que lo hacía. Había ido muchas veces, pero eso no quería decir que haya interactuado con el Juez Supremo. Ella solía entrar a dejar los expedientes e irse, ya que Neuvillette solía estar fuera atendiendo asuntos de importancia en otros lugares del palacio.

Es un pasillo que ha recorrido múltiples veces, pero sus ojos siempre se desviaban cautivados por la estructura del lugar, además de las grandes ventanas que permitían ver de forma panorámica el distrito Narbonnais.

"Espero que mis padres hayan metido la ropa de los tendales a tiempo"

Con eso en mente pondría su mano sobre el pomo de la puerta y lo giraría, y sería entonces que se escucharía un estruendo de la lluvia que la haría estremecerse.

Hoy, ¿Qué día es hoy? ¿Por qué estos días en Fontaine siempre son terriblemente lluviosos?

Eso era lo que caracterizaba el día de hoy, pero además, la presencia de él.

Neuvillette solo cerraba sus ojos y se mantenía en silencio. A pesar de su larga vida nunca olvidaba esta fecha, pero hubo un punto que su expresión se distorsionaba más y pondría una mano en su pecho.

No lo quería admitir, pero ahora lo entendería mejor. ¿Cansancio? Si no, ¿Por qué duele tanto muy en el fondo de sí?

Muchas cosas fuera de lo normal abruman los pensamientos de Rosena, pero todo se detendría cuando notó aquellos ojos ahora abiertos y sobre ella.

Muchas cosas fuera de lo normal abruman los pensamientos de Rosena, pero todo se detendría cuando notó aquellos ojos ahora abiertos y sobre ella

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"Dragón Hydro, no llores más"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora