Capítulo 9

84 7 8
                                    

En cuanto me dan una armadura y una espada, ordeno que preparen lo que falta. Escucho que muchos pasos se acercan retumbando. Quizá en el fondo muero de miedo pero no puedo abandonar todo ahora. Ya tengo veintidós años, lo que significa que soy los suficientemente madura para enfrentar los problemas como se deben.

De pronto, alguien se acerca a mí.
-¡¿Dónde está?!-exclama Thorin.

-¿Dónde está quién?-pregunto.

-Ese infeliz que te rompió el corazón. Escuché que regresó y voy a matarlo. Nadie lastima a mi niña-responde.

-En primera no me rompió nada, y en segunda, acepté que se quedara con tal de que peleé con nosotros. No sabemos que nos espera, y necesitamos toda la ayuda posible.

-Si esa es tu voluntad tendré que aceptarla, pero ten cuidado, si tus hermanos se enteran... No quiero decir lo que harán.

-Lo sé, no te preocupes, lo tengo todo bajo control.

-Esa es la Lana que yo conozco. Ahora preparate, irás al frente conmigo. Y cuando esos sucios seres nos vean, desearán nunca haber nacido.

-Me parece perfecto-sonrío. En cuanto terminamos, las grandes puertas se abren. Recuerdo hace cinco años, cuando salí por esta misma puerta hacia lo que sería mi primera batalla, durante la cual casi pierdo la vida. Pero esta vez no.

Hemos salido para encontrarnos con una pequeña tropa. Calculo que son un par de cientos. No será muy difícil vencerlos. En cuanto nos ven, corren a atacarnos sin siquiera pensar lo que hacen.

En cuanto se acercan, los arqueros derriban a muchos de ellos. Los que restan salen despavoridos. Muchos de los nuestros celebran y aplauden, pero yo en el fondo sé que no ha acabado.

-Eran sólo los peones-mascullo.

-Una distracción-dice Kili.

-¿Listo para acabar con varios orcos?

-Por supuesto, ¿y tú?

-Sí.

-Suena bien.

-Es un lindo nombre.

-¿Qué?

-De la niña, Yvette.

-Ah, claro. Lo sugerí yo.

-Tienes buen gusto.

-En serio, ¿estamos hablando de esto antes de una batalla?

-Sí, tal vez te ayude a recordar que tienes varias razones para volver.

-¿Y qué me dices de ti?

-Sí, también.

-No suenas muy convencida.

-No fue fácil terminar una relación de años justo antes de algo tan importante. Pero estoy bien.

-Parece que lo tomaste bien. Me sorprendes.

-No es tan malo en realidad.

-¡Ya dejen de hablar y concentrense! Estamos a punto de estallar en guerra por si no lo han notado-exclama Dwalin.

A lo lejos, una legión entera de orcos, wargos y otros seres repugnantes se acercan. No son muchos pero tampoco son unos cuantos.

La batalla por fin empieza, uso mis poderes para vencer a todos los que puedo. Y uso mi espada cuando puedo. Pronto empiezan a caer.

A lo lejos puedo ver al orco al cual le lastimé la mano, me mira con odio y enojo. Me distraigo un momento y cuando vuelvo a ver, ya no está donde se encontraba.

Giro la cabeza a todos lados intentando encontrarlo. Siento una enorme flecha atravesar mi muslo, doy un alarido de dolor y caigo. Intento hacerme un vendaje, aunque se que ya seria inútil tratar de seguir luchando. Cuando logro ponerme de pie, camino torpemente.

Comienzo a ver todo borroso, y siento mucha sangre escurrir por mi pierna. Sigo tratando de caminar, pero sigo cayendo. Cuando se que no me podré volver a poner de pie, comienzo a arrastrarme entre los cadáveres y el alboroto.

Algo me agarra de los brazos y me levanta con fuerza. Intento defenderme cuando veo que es el despreciable líder de los orcos.

-Si te mueves y te mato-dice entre dientes mientras pone una daga cerca de mi garganta. Me empuja a través de todo, y cuando trato de soltarme, me golpea haciendo que mi nariz sangre.

Cuando nos detenemos grita con tono burlón:
-Rey bajo la montaña. Lograste acabar con nuestro líder, pero, ¿podrás salvar la vida de tu sobrina?

Para mi suerte, llega Thorin acompañado de los chicos. Cuando intentan acercarse, el orco acerca mas la daga a mi cuello, tanto que siento una gota de sangre deslizarse.

-¡Acérquense y ella muere!-exclama-estoy a punto de hacerles un favor. Dado que lo que mas amamos es lo que mas nos destruye, acabaré con algo que todos adoran. Así ya no tendrán que preocuparse por protegerla. Ahora, si quieren salvarla bajen sus armas.

-¡No lo hagan! ¡De todas formas me asesinará!-grito.

-¿Qué esperan?-dice el orco siseando. Cuando veo que bajan lentamente sus armas y dan un paso atrás, sé que ya no hay vuelta atrás.

-Ya, ahora deja la ir-dice Fili.

-Mmmm, pensándolo bien, esto ya es personal, entre ella y yo.

-¡¿Qué...?!-empiezo, hasta que siento la daga deslizarse profundamente por mi garganta.




Fanfic 3- La última batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora