Capítulo 10

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Escucho gritos y voces mientras caigo. Me cuesta mucho respirar, y jadeo intentando respirar aire. Veo la cabeza del orco rodar a mi lado.

Todo se oscurece y cierro con fuerza mis ojos. Cuando los vuelvo a abrir, me encuentro parada en un bosque. Noto que no tengo alguna herida, a pesar de llevar la misma ropa que traía puesta. Escucho a lo lejos voces y risas. Camino hacia el sonido y encuentro a una familia de día de campo.

Una mujer castaña abraza a su marido de pelo rubio mientras sonríen al ver a sus dos hijos jugar. La niña de cabellos oscuros les pide permiso a sus padres de jugar cerca del bosque y estos aceptan con la condición de que no se aleje demasiado. Cuando ella se acerca me doy cuenta de que me es familiar.

La niña corre, brinca y sonríe. Cuando ve que ya empieza a anochecer, intenta volver con su familia pero se da cuenta de que se ha perdido. Es en ese momento que me doy cuenta de que esa niña soy yo. ¿Estoy soñando o acaso ya morí?

Se acerca a mí y dice:
-Tengo miedo.

-Yo también-respondo con un nudo en la garganta.

-¿Estaremos bien?

-No lo sé, pero te prometo que todo va a mejorar-suspiro.

-No te asustes. Sobreviviremos. Pero para seguir adelante tienes que mirar hacia atrás-dice antes de irse.

Veo a la pequeña correr mientras llama a gritos a sus padres. La desesperación la invade cuando ve que ya es de noche y empieza a llover. Se acerca a un árbol y llora desconsoladamente. Deseo con todas mis fuerzas poder acercarme y abrazarla, decirle que todo estará bien. Por fin se queda dormida hasta que amanece.

Un rugido la despierta, y para su horror, una enorme bestia se encuentra frente a ella. Intenta lanzarle rocas, usando los conocimientos de combate de los cuales su madre le habló.
No se rinde ni siquiera cuando el horrible ser muerde su delicada pierna. Continua lanzando todo lo que encuentra cerca mientras grita pidiendo auxilio. En ese momento recuerdo todo lo que pasó:

Grité con todas mis fuerzas, con la esperanza de que alguien me escuchara. Por un momento creí que nadie se enteraría de mi fin hasta que, de entre los árboles, aparecieron dos cazadores que acabaron con la bestia. Cuando logré salir de entre los colmillos, mi pierna no dejaba de sangrar.

-¿Te encuentras bien?-preguntó uno de ellos. Negué con la cabeza mientras unas lágrimas escurrían por mis mejillas-Esto se ve grave, será mejor que la llevemos a casa para que la curen-sugirió.

-Pero seria mejor que buscáramos a sus padres, deben de estarla buscando-replicó el otro.

-¿Donde está tu familia?-me preguntaron.

-No lo sé, estaba jugando cuando vi que me alejé mucho de donde estaban. Creo que me perdí-respondí.

-En ese caso creo que si debemos llevarla a un lugar seguro, yo la ayudaré a caminar-dijo uno de ellos. Al ver que no podía caminar, me cargó sin esfuerzo alguno.

-¿Cómo te llamas?-me preguntó.

-Alana, pero todos me dicen Lana.

-Es un gusto conocerte. Yo soy Kili y él es mi hermano, Fili.

-¿Son cazadores?-pregunte con curiosidad.

-A veces, cuando tenemos tiempo-respondió Fili.

-Mi madre acostumbra a cazar, prometió que cuando yo sea mayor me enseñará-dije.

-Tienes talento. Realmente fue asombroso que te defendieras de ese wargo en vez de entrar en pánico o algo así-dijo Kili.

-Mi papá me enseñó a ser valiente, aunque esta vez sentí mucho miedo-respondí.

-Llegamos-anunciaron al mismo tiempo. Asombrada, vi una casa de madera, no muy pequeña, y acogedora. Cuando entramos, una mujer de cabello negro se acercó a recibirnos. Cuando vio que me llevaban con una herida grave, indicó que me pusieran en una silla para que me curara.

Después, llegó con varias cosas. Cuidadosamente, lavó mi herida con un trapo húmedo. No pude evitar soltar un grito ahogado de dolor.
-Tranquila, dolerá solo por unos instantes-me tranquilizó-Eres Lana, ¿cierto? Yo me llamo Dís, y soy la madre de los encantadores chicos que ya conociste.

En cuanto se presentó, me inspiró confianza, y me sentí tan segura.

De pronto, todo se oscurece y cuando abro los ojos, estoy en una habitación que desconozco, cuando intento hablar, una voz ronca sale de mí. Toco mi garganta y siento un grueso vendaje. Siento un inmenso alivio. Por ahora no he muerto.

A lo lejos escucho varias voces que discuten, así que me levanto y voy a inspeccionar.

Fanfic 3- La última batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora