Resurrección

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Sentada en la hierba, en la sombra de un árbol había la pequeña figura de una chica, la cual parecía estar perdida entre sus pensamientos.

Kagome POV

Otra vez igual, Hiei se había visto obligado a ir al Makai para impedir que los youkais pasaran al Ningenkai, yo sabía que se esforzaba tanto por el bien de nuestra hija y mío ya que todos los que venían querían la esfera, se ve que por muchos años que pasaran la estupidez de los youkais no disminuía.

Y lo peor es que hacía ya unos días que sentía que algo iba a pasar y estaba muy segura de ello, para confirmar mis pensamientos sentí como un escalofrío me recorrió la espalda. Inmediatamente me puse de pie preparada ante cualquier ataque, sabía que había alguien escondido, alguien a quien yo no conocía y que parecía tenerme como objetivo, busque más a fondo para saber quién sería mi enemigo cuando sentí que en realidad habían dos presencias muy bien escondidas, si no fuera por mi gran entrenamiento ni me habría dado cuenta de ello hasta no ser demasiado tarde, sabía que tanto mi primo como sus compañeros se encontraban en una misión y hasta dentro de dos o tres días no volverían, y que si no quería poner en peligro ni a Yukina ni a mi hija, no debía correr hacia el templo, sabía que Genkai podría luchar, pero tenía la impresión de que esos seres eran más fuertes que la fuerte anciana.

- Salid, no os escondáis - dije con mi más fría actitud. Inmediatamente después de decir eso dos hombres salieron de las sombras y lo primero que se me vino a la mente fue "Demonios" seguido por "Peligro".

Normal POV

Había un hombre con un aspecto algo europeo, con la piel muy blanca, con el cabello largo, gris y algo despeinado, con la raya en medio de la cabeza, uñas largas y dedos puntiagudos. Vestido con una camiseta y un pantalón de color azul oscuro. Era algo bajo, más o menos de su altura (Kagome) y en su cara llevaba estampada una estúpida sonrisa de suficiencia.

El otro hombre era alto, delgado, con una apariencia más joven que el anterior, con un aspecto mucho más japonés, con su cabello largo, liso y negro azabache, como el de ella, tenía un flequillo desordenado de largura más o menos por el pecho. Con un abrigo largo, ondulado y negro, con el forro interior en rojo. Con una máscara metálica cubriendo su boca, y encima de esta unas minúsculas lentes por encima de su nariz. Con solo ver la máscara le recorrió otro escalofrío sabiendo que esa mascara estaba nada más que para contener su poder.

Ese par le recordaba a Kageromaru y Juromaru respectivamente, y por esa razón decidió que debía hacerle caso a su instinto y temerles. La diferencia entre estos últimos era que Juromaru llevaba la máscara para mantener a Kageromaru alejado aún que después de quitarse las cadenas y la máscara mejorara considerablemente.

Poco a poco vio como el más alto de los dos se le fue acercando lentamente, sabiendo que los demonios u odiaban la debilidad y los temerosos ningens o se divertían a costa del temor, decidió que lo más acertado era seguir enmascarando sus emociones, en todos los sentidos. Una vez que estuvo cerca de ella le cogió por la barbilla agachándose un poco y haciendo que se mirasen a los ojos.

-Tan frágil - susurró acercándosele cada vez más y bajando la mano desde la barbilla al cuello apretando lo suficiente para que tan solo le costara respirar - y tan valiente - dijo cambiando su mano, una vez más, pero esta vez pasándole uno de sus mechones rebeldes detrás de la oreja.

Notó como el otro cada vez parecía estar más irritado por culpa del comportamiento de su compañero. Y por eso se dispuso a acelerar las cosas.

- Karasu, más vale que te des prisa. Ya tendrás tiempo de jugar con ella más adelante.- dijo mientras daba un paso al frente

- Tienes razón Toguro, pero una belleza tan valiente como esta hace que tenga ganas de jugar con ella de inmediato, justo como con su primo. - dijo ese tal Karasu

Después de que el más alto dijera eso, el más bajo, el que parecía llamarse Toguro se puso delante de ella mientras Karasu, se ponía detrás y gracias a la gran manipulación de su cuerpo la cogió del cuello dejándola sin aire el tiempo suficiente para que se desmayara sin llegarla a matar. Después de eso Karasu la cogió estilo novia y dejando una carta para quien viniera a salvarla después de que los ineptos del Reikai se dieran cuenta de su presencia y la ausencia de la chica y se fueron de nuevo hacia el Meikai.

Dueña de mis lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora