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BeomGyu se encuentra recargado contra la cadena que lo sostiene en el columpio, con su vista perdida en el atardecer que es perceptible desde la colina del parque, en especial a esta altura de la ciudad

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BeomGyu se encuentra recargado contra la cadena que lo sostiene en el columpio, con su vista perdida en el atardecer que es perceptible desde la colina del parque, en especial a esta altura de la ciudad.

Alguna vez se detuvo a pensar en el ritmo al que siempre corrió su vida. Las decisiones que tomaba lo llevaban a nuevos sueños que lograr y cumplir. Eso era lindo, puesto que parecía tener el control la mayoría del tiempo, así sentía que nada nunca se le escaparía de su compresión. Y, lo que vio al salir al mundo real, o de lo que se dio cuenta, de aquello que quiso hacerse ajeno, no fue mucho de su agrado.

A sus catorce años, se imaginaba siendo oficial de policía. Todo lo que tuviese que ver con la justicia —y tal vez con atrapar criminales, por qué no decirlo también— sonaba como la mayor locura con la que él quisiera vivir a diario. La emoción, esa adrenalina —incluso si no fuese como la ficción— que podría producirse lo llamaba, parecía ser digno de su destino. Incluso si con ello ponía en peligro su vida.

Un año después, se presentó como Omega.

Por cuestiones de seguridad, y de la mente cerrada de la sociedad, él mismo comprendió que sería incluso complicado que lo aceptasen en la academia de entrenamiento únicamente por pertenecer al grupo «menor en la jerarquía».

Terminó eligiendo la profesión de docencia infantil. Nunca fue mucho de su agrado, pero, al menos, tal vez así podría enseñar a través de sus pensamientos y acciones que los Omegas no son sólo una fábrica para procrear.

¿Por qué trabajaba en una oficina como asistente, entonces? Porque aún existen personas con lobos retrasados y dos neuronas en el cerebro que piensan que no podría ser un profesor firme y determinado sin ser adecuadamente un Omega. Patrañas. Sólo no quisieron dejar a cargo a un grupo de niños a un Omega que tenía la idea de cambiar un poco la situación de los suyos.

Qué basura.

Su vida siempre surgió en decidir moldeándose en las necesidades de los demás. Y no es que lo quisiera así; era sólo que nunca tuvo otra opción.

Tal vez, por supuesto, hasta que conoció a cierto Alfa que le mostró verdaderamente que no tiene porqué ser así.

Pero ahí está, llorando toda la tarde desde que salió de aquella oficina, pensando en su Alfa y que —tal vez— él sería la única alternativa para poder vivir.

Huening Kai le explicó que, para que la marca funcione, deben de cumplirse ciertas cuestiones. Entre ellas, durante el proceso debe de encontrarse en celo, debe de existir consentimiento de la mordida por ambos, hay que estar relajado al momento de mostrar sus colmillos, deben de utilizar protección si no quieren arriesgar la estabilidad de su lobo... bla, bla, bla. Muchas otras cuestiones que no hicieron menos su idea de querer marcar a su Alfa, y que seguiría al pie de la letra, claro está, pero que ahora mismo no están dentro de sus preocupaciones.

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⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

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Goyang-i ~ ᵗᵃᵉᵍʸᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora