Goyang-i ~ ᵗᵃᵉᵍʸᵘ

【⊰ 10 '❜⭑

Cuando Kang TaeHyun conoció a Choi BeomGyu se figuraba como un día de lo más normal. Es decir, no presentaba ningún conflicto o relevancia fuera de que estaba acostumbrado. Sólo era él, sobrellevando su rutina de sede sin mayores complicaciones.

Ir de su casa a la universidad, posteriormente pasarse por la cafetería, tomaría retorno a la universidad (tal vez un paseo por los jardines comunes), iría por algunas cosas a la tienda de convivencia, llegaría a su casa y ya. Nunca imaginó que, dentro de su cotidianidad, conocería al causante de que su vida diera un giro completamente trascendental.

Recordaba haberlo visto sentado en la cafetería que frecuentaba —jamás habiéndolo reconocido con anterioridad— después de un horrible día en la facultad. La grata sorpresa de un castaño atravesar con su mirada fue... una sensorial experiencia que lo hizo querer ir más allá.

TaeHyun realmente nunca había tenido esa necesidad creciente de buscar alguna pareja. Es decir, invertir su tiempo buscando algún Omega que llamase su atención no tenía propósito alguno, no al menos conociendo su condición. Por ello, prefería mantenerse al margen de conocer personas con otras intenciones. Sin embargo, viendo aquel bonito Omega que parecía estar tan concentrado en una lectura de la cual TaeHyun era indiferente, no cabía duda de que quería hablarle. Más que eso, se volvió una necesidad cuando lo vió sonreír por un momento y pensó que no había una sonrisa más hermosa que aquella.

Por su parte, el —aquel entonces— joven Omega estudiante era de lo menos interesado en cualquier cosa por decirlo de alguna manera sencilla de explicar.

Choi BeomGyu era bastante escéptico, siempre fue parte de su helada personalidad y estaba orgulloso de ello. Siendo Omega, ciertamente era extraño que adoptara esa clase de actitudes, puesto que se le solía confundir con un chico amigable y sensible únicamente porque muchos Alfas de su universidad estaban detrás suyo, pero nunca le hizo caso a ninguno.

Fue así como su comportamiento, y su ceño de evasión completa del mundo, no cambió cuando TaeHyun tomó asiento frente suyo, afectándole —e ignorando— en lo más mínimo la presencia del Alfa.

¿Qué lo había llevado hasta esa mesa con exactitud? Cero respuestas, pero nulo arrepentimiento en el futuro.

Algo así como los primeros veinte minutos —sí, veinte— ninguno mencionó palabra alguna. BeomGyu estaba demasiado concentrado en su libro de ciencia ficción como para interesarse en iniciar una conversación con un extraño, y TaeHyun estaba todavía demasiado ensimismado en cada uno de los lunares y pequitas que adornaban el rostro del castaño como para procesar unas palabras que dirigirle.

¿Olvidó decirlo? Pues sí. Ese joven, ese precioso Omega que ni siquiera se resignaba a darle un minuto de su preciada atención, era la ejemplificación más acertada de lo que TaeHyun tenía en concepto que es la belleza absoluta.

TaeHyun definitivamente no quería irse de ahí. BeomGyu, sin embargo, no lo quería cerca.

Aunque, por más que quisiera, no podía apartar al fastidioso Alfa que se sentó frente suyo. La dinámica del café en eso consistía. Era una costumbre que cualquier persona llegara y se sentara en tu mesa si veía algún lugar desocupado, con el fin de conocer nueva gente y hacer del establecimiento un sitio de integración social. Era interesante, no podía negarlo, pero BeomGyu no estaba interesado ni en la dinámica ni en mucho menos conocer a... ninguna persona, en realidad. La única razón por la que iba a ese lugar, es que vendían un café sin cafeína que le gustaba mucho y la paz reinaba de Alfa —de hecho, TaeHyun era el primero que veía desde que frecuentaba la cafetería—, así que funcionaba como una especie de refugio. Todos los factores externos del establecimiento le eran irrelevantes.