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Una vez escucha el inicio del pasible conteo, corre como si su vida dependiera de ello y se esconde rápidamente entre los arbustos de bayas con cautela

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Una vez escucha el inicio del pasible conteo, corre como si su vida dependiera de ello y se esconde rápidamente entre los arbustos de bayas con cautela. Por en medio del conjunto de hojas y ramas que ayudan a ocultarlo, logra percibir como un precioso lobito, de pelaje blanco que brilla en todo su esplendor contra los rayos del sol, de fieras garras y penetrantes ojos azulados, le acecha sumamente de cerca.

En efecto, y a como lo mantiene en sus recuerdos, es igual de hermoso que siempre. ¿Pero qué piensa? Con el pasar del tiempo lo es mucho... ¡mucho más hermoso! No hay, aunque quisiera, más palabras que puedan explicarlo.

Podría verlo perfectamente todo el día, revoloteando por ahí, jugando entre el bosque, corriendo lleno de alegría con sus suaves patitas llenas de barro, persiguiendo algo tan pequeño como una mariposa y él, puede asegurar con su vida entera, jamás se cansará de admirar su encanto.

El crujido de unas ramas romperse contra la tierra firme se escucha de cerca, y su atención regresa al ambiente.

Sale entonces de su empalagosa ensoñación provocada al verlo segundos después de caerle la realidad de vuelta con el ruido de la cercanía, para seguido correr con la debilidad de sus patitas lo más rápido que puede permitirse, pues están demasiado cerca uno del otro y definitivamente no quiere perder el juego. Sin embargo, con sus sentidos más desarrollados en aquel estado, el lobo se da cuenta estar cerca otra vez de perderlo de vista cuando una característica colita de gato de castaño demasiado tenue, apenas imperceptible, da retorno por los árboles de abeto, cerca de su campo de visión. El lobo, ante la emoción de tenerlo en su campo de visión, emprende rápidamente camino detrás de su gatito.

Es, esencialmente, una escena comúnmente particular de ver para cualquier animal que los notara de cerca, aunque de normal no tiene en lo absoluto; un pobre gatito siendo la caza y cena del lobo que lo sigue a rastras. La realidad es que el contexto es incluso más extraño, pero ciertamente precioso.

Por su parte, el gatito siente que sus patitas no dan para más de seguir corriendo. Tal vez haber jugado toda una tarde no ha sido buena idea en esa condición por mucho que estuviera divirtiéndose, y lo entiende a la perfección cuando su remedio es lanzarse fatigado sobre el césped en la primera zona que más cómoda le parece, recostándose con alivio y retomando nuevamente su habitual forma humana.

—Ah~ se siente bien —dice tan sólo siente que recupera su capacidad del habla, restregándose a su vez entre las delgadas hojas caídas de los árboles y apreciando el cielo tan brillante, con las nubes corriendo al compás del viento.

Lamentablemente, aunque en lo absoluto, su tranquilidad dura sólo un poco cuando el precioso lobito llega corriendo directamente sobre él, lamiendo sus mejillas, su frente, sus párpados y todo su rostro con emoción, además de su colita estarse moviendo de un lado para el otro, feliz de tener cerca finalmente a TaeHyun.

—Gyu... Gyu... Gyu cariño, basta. —Le pide entre las risas e inevitables cosquillas de las huellas sobre su pecho, apenas pudiendo respirar, aunque se calma una vez que BeomGyu yace sobre su regazo en su forma humana también, pese a seguir haciéndole mimos en sus mejillitas sonrojadas.

Goyang-i ~ ᵗᵃᵉᵍʸᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora