Dicen que en la guerra mueren los amores, pero cada primavera florecen los recuerdos entre los escombros y cenizas.
🝱 ! Autor original: greybeem
🝱 ! Chan top! felix bottom!
🝱 ! Guerra, drama, angst.
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14 de noviembre de 1950
Déjame mirarte bien, déjame sostenerte bien, con este amor venenoso que me posee entero.
Desesperado quiero mirarte, con un mirar lento y largo, que te recorra la piel y te penetre los huesos.
Frío. Todo se había vuelto blanco, pálido, cubierto de espesas capas de nieve.
El campamento más seguro ahora formaba parte de los escombros. Olvidado y desierto, como más de la mitad de la ciudad.
El cielo permanecía sombrío incluso después de la nieve que cayó durante el día, sin luna ni estrellas a la vista, solo nubes pesadas cargadas de gas.
Una mujer joven, de apenas veintitrés años, apretaba la mano alrededor del brazo del médico. Sus nudillos estaban pálidos, su cuerpo temblaba y se acercaba involuntariamente al calor del otro hombre que también se encontraba a su lado.
—Treinta y nueve de fiebre —dijo Felix—. Está bastante grave.
El esposo de la mujer apretó los labios, callando lo que se mencionaba en su corazón.
Sintiendo la tensión del ambiente, el médico dedicó una sonrisa reconfortante al pequeño niño que observaba muy preocupado la escena desde el suelo.
—Seré honesto con usted. Es probable que ella no pase la noche, no tenemos medicamento adecuado y al estar embarazada, es muy peligroso administrarle intravenosas.
El esposo de la mujer sollozó.
—¿No hay alguna otra manera?
—La esperanza es lo único que tenemos.
Y con eso dicho, comenzó una larga noche de vela.
Esa familia era de las más recientes en los refugios, todos desertores del norte. Una joven embarazada, un hombre desanimado y un niño pequeño con tanta inocencia que parecía irreal.
Lee Felix se había convertido como en un salvador para todos los que llegaban de aquel lado, les bridaba atención médica, los proveía de comida siempre que le era posible, los visitaba y pasaba tiempo con ellos mientras les contaba una que otra historia fantasiosa. Había unos cuantos soldados de bajo rango que sabían el tipo de cosas que hacía el médico a escondidas, pero todos ellos se hacían de la vista gorda porque les lastimaba la situación de los refugiados.
—¡Médico Lee, venga a ver esto! —gritó Kim Seungmin mientras agitaba su mano con euforia desde el exterior. Se encontraba sentado en el suelo y a su lado, el pequeño hijo de la pareja casada.
A pasos cansados y cojeando, se acercó hacia el joven que se había convertido en un buen amigo.
—¿Jugando con tierra? —Les preguntó con diversión mientras tomaba asiento junto a ellos.
