17: El gustar.

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23 de agosto de 1950

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23 de agosto de 1950

Posa sus frías manos sobre mi piel, me acaricia como la nieve a los Alpes. Inmensurable corazón de piedra, que ajeno a estos sentimientos anhela poseer mi alma. Dímelo. Lo que quieres. Haz sonar nuestro silencio enamorado.

La tierra cubría el rocío neblinoso al amanecer del día.

Dentro del campamento, el General Lee Minho estaba estudiando atentamente un mapa. Ejecutarían una nueva ruta para penetrar una de las bases norcoreanas cerca del río, un plan riesgoso y que el peor de los casos solo causaría grandes pérdidas de soldados.

Han Jisung entró a la oficina del General con un trozo de merienda y té.

—Buen día, General —dijo suavemente.

La mirada de Lee Minho todavía estaba en el mapa. Un suspiro pesado escapó de sus labios.

—Dije claramente que no quería volver a verlo —habló con voz profunda y ronca—. Retírese Han.

Han Jisung se encogió en su lugar, apretando la bandeja de comida.

—No me ha quedado clara la razón por la cual ya no puedo servirle —confesó con los labios temblando.

—Escuche, Han—respondió con severidad—. Nuestros encuentros fueron buenos, pero no puedo seguirme arriesgando a que alguien más descubra esto. Somos hombres y esto que hacemos es algo incorrecto e inmoral.

Los ojos de Han se entristecieron, observando con decepción a aquel hombre que, sin querer, había encendido una chispa de enamoramiento en él.

Lee Minho se puso de pie y miró con detenimiento al joven. Sintió la necesidad de pasar sus largos dedos y borrar las lagrimas que brotaban de aquel par de ojos oscuros, pero no lo hizo. Se mantuvo con el cuerpo rígido y el pecho elevado.

—¿Puedo besarlo una última vez? —preguntó Jisung.

Lee Minho apretó los labios y echó un rápido vistazo a la puerta de la oficina. Sonrió de forma maniática al ver el seguro puesto, pues el joven fue astuto y cuidadoso al entrar.

—Me he fumado cuatro porros esta mañana.

—¿No le interesa poner uno quinto en su boca, General?

Los ojos del mayor brillaron como una bola de fuego. La estatura de Han era claramente más baja que la suya, pero en ese momento era como si se hubiera vuelto mucho más alto que él.

—Entonces démelo. Lo fumaré todo, Han.

Las piernas de Lee Minho flaquearon y en un rápido movimiento quedó de rodillas frente aquel joven que era capaz de doblegarlo con una simple mirada llena de erotismo.

Las piernas de Lee Minho flaquearon y en un rápido movimiento quedó de rodillas frente aquel joven que era capaz de doblegarlo con una simple mirada llena de erotismo

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Ghost of you ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora