Las nubes cubrían el cielo por la mañana, una llovizna caía sobre las calles de Buenos Aires e incluso hacía frío. Para colmo, Julián tenía clases a las diez.Dejar la cama fue difícil, sólo quería quedarse bajo el calor del gran acolchado y dormir hasta el mediodía. La noche anterior, el cordobés continuó vaciando las cajas de su mudanza. Su amigo Nahuel vivía en un departamento en el centro, el cual tiene dos habitaciones, y Julián se mudó con él.
Cepillo sus dientes de mala gana, frustrado por saber el día que le espera. Luego fue hacia la cocina, desayunó unas tostadas con café y partió a comenzar el día.
Julián estaba bajando las escaleras rumbo a su primera vez tomando el subte. El momento lo hizo sentir realizado, su vida en Buenos Aires comenzaba acá. Las aventuras por venir y la gente por conocer, lo emocionaba mucho.
Rápidamente la línea en la que debía subir, llega. Había solo un asiento disponible, el cual Julián logra ocupar. Pasa una parada y cuando las puertas se abren, un chico morocho entra en el subte. No habían más lugares para sentarse, así que solo se queda parado junto a la puerta, en diagonal a Julián.
El cordobés lo mira perplejo y piensa que hace demasiado tiempo que no veía a alguien tan hermoso. El morocho era la personificación de la belleza. Sus ojos marrones eran atrapantes, su pelo con un cortito flequillo que caía sobre su rostro como una obra de arte.
De repente, sus ojos se encuentran bajo la luz tenue del subte y el mundo se frena, la gente desaparece, no hay susurros entre los vagones, no hay más nada. El mundo sólo existe para el cordobés y el desconocido. Julián puede sentir el calor en su cara, quiere girar su cabeza y hacerse el desentendido, pero no puede quitarle los ojos de encima. Hay algo dentro suyo que está cautivado por la presencia del chico.
No sabe cuánto tiempo estuvieron mirándose pero puede ver al morocho sonreír, mostrando sus blancos dientes, y alejar la mirada. Julián hace lo mismo y el mundo arranca una vez más.
Su parada llega primero y se va apenas se abren las puertas, ignorando por completo la existencia del morocho. Ya fue demasiado.
☾ ゚。⋆
Después de horas de Gramática, Julián es libre. El profesor parecía muy simpático, sin embargo era bastante sarcástico para su gusto. Alguien tan vergonzoso como Julián no puede tolerar ese trato frente a sus compañeros.
Y para su mala suerte, Julián fue el primero en recibir la ironía de Gustavo, su profesor. Quien lo dejó con los cachetes colorados y el corazón acelerado.
"No le des bola, no lo hace de mala intención" Le dice Oriana, una hermosa mujer que estaba recursando la materia y se sentó a su lado.
Antes de volver a su nuevo hogar, decide pasar por el quiosco de la facultad a comprarse el segundo café de la mañana y una medialuna.
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keeping your eyes on me - enzo y julián
Hayran KurguTodas las mañanas, Julián toma el Subte para ir a la facultad. Siempre se encuentra con el mismo chico, éste lleva una carpeta grande y unos ojos marrones que lo hacen sonrojar cada vez que se encuentran con los suyos.