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El día estaba soleado, aunque corría un vientito molesto. Los árboles estaban comenzando a tomar vida, el invierno estaba terminando y la primavera se acerca. Algunas flores renacieron entre las plantas heladas, el pasto tomaba un color verde llamativo, comenzaron a volver las abejas, los olores, las frutillas y las remeras manga corta.

Y dentro del departamento de Enzo, estaba Julián. Ambos estaban acostados en el gigantesco sillón, tapados con una manta blanca y las piernas cruzadas. Enzo descansaba su cabeza en el pecho del cordobés, éste lo miraba atentamente ignorando la televisión.

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La cara de Enzo era digna de un cuadro, su piel parece de porcelana deja ver unos pocos pelos en su barba, sus ojos miran atento la película y sus cejas se mueven mostrando lo metido que está en la televisión

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La cara de Enzo era digna de un cuadro, su piel parece de porcelana deja ver unos pocos pelos en su barba, sus ojos miran atento la película y sus cejas se mueven mostrando lo metido que está en la televisión. Julián encuentra el deseo de besar cada rincón del rostro del morocho. Y tan solo con una mirada, Julián se permite reconocer que está perdidamente enamorado del morocho.

Después de un tiempo, Enzo mira hacia arriba y encuentra los ojos de Julián observándolo con una cara inexplicable, como si estuviese excedidamente feliz. El amor le invade el cuerpo con la fuerza de las olas, se siente desnudo, siente que la mirada del cordobés lo atraviesa. Puede ver su alma, su corazón, sus más grandes miedos e inseguridades. Sabe que Julián puede verlo todo, porque nadie lo descifró tan bien como él, Julián entiende partes de Enzo que si ni siquiera él conoce.

keeping your eyes on me - enzo y juliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora