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Una ola de aplausos se escuchó y Hueningkai se tapó los oídos asustado bajo la penetrante mirada de la mujer de labios rojo profundo. Soobin lo llevó afuera del aula, conjuntamente con el timbre sonando.
Todos los estudiantes siguieron con su camino, pero ellos dos se quedaron en la parte de atrás del pasillo a la esquina.
—¡Lo hiciste super genial Kai!— Habló Soobin emocionado, abrazándolo y alzandolo en el aire tal como un niño pequeño.
—S-Soobin H-Hyung ¡Vis-Viste q-qué n-no t-tarta-mudeé! ¡Viste, Viste!— musitó el emocionado mostrando sus mofletes.
—Si Huening, lo hiciste muy bien, estoy tan orgulloso de tí.— Expresó el azabache bajando al menor al piso.—¿Te sirvieron mis palabras?
—Uhm, sí sí. Fueron muy alentadoras.—Comentó, viendo el papel que le había dado su Hyung.
—¡Y él me tocó el hombro Kai, me tocó el hombro cuando se despidió!— Agregó uno de los Hwang alegre, hablando de el chico que le gustaba.
—¿y-y qué t-tiene, Hyunjin?— Preguntó Huening. Obvio el no se entendería por algo tan casual y cotidiano.
—Él es realmente lindo, Hueningkai, por Dios.— Agregó el de largos cabellos grises, mirando a aquel rubio pecoso que lo traía loquito.
¿Y cómo no estarlo? Ese chico alto y rubio, con muchas pecas y cara delgada, personalidad dulce, inteligente, deliciosos postres y buen inglés.
De pronto llegó una de las amigas de Hueningkai, Hayi. Ella era una chica de intercambio de Nueva Zelanda, con descendencia coreana.
—Hola Huening.—Habló la de piel canela y rizos, llamando totalmente la atención de los dos hombres presentes.
—¿Cuántas cartas te han mandado hoy?—Cuestionó Hyunjin curioso. Ella era una diferencia en aquella institución de alto nivel con pocas presencias de extrajeros, y más, con alguien de genética tan contrastante.
—Eh, no sé, pero si he visto que muchos han colocado de esas en mi casillero.—Comentó ella bajito.—¿Cómo les fué en la exposición? Yo la presento en el segundo turno.
—Me fue muy bien, Hayi Noona.— Respondió el castañito.—¡Ves, no estoy tartamudeando!— dijo alegre, en un tono de niño pequeño y entusiasta orgulloso de su trabajo.
—Que bueno, mi querido Huening-...¿Qué es eso?— Preguntó ella, viendo que Hyunjin tenía un papel en la mano y lo leía.
Huening se volteó y se sonrojó con pena.—¡DAME ESO HYUNJIN!—Gritó en un susurro, en un intento de robarle a el peligris el papel que tenía en sus manos.
—Es-t E-E ¡Oye, déjame ver!— Se removía él agitado, tratando de leer y que Huening no le quitara el papel.
Al final, la chica tomó el papel y se sentó en el medio de ellos dos, a leer.
