Prólogo

774 46 5
                                    

War is over... isn't it?
~ • ~

Amor. Para muchos significa dolor, mientras que para otros significa paz.

Si me hubiesen preguntado hace algunos meses, definitivamente sería la primera en alzar la mano y gritar "que se pudra el amor". No he tenido demasiadas experiencias amorosas, pero si suficientes como para sufrir de ellas.

Recuerdo llorar a mares por esa ruptura amorosa que tanto idealicé. Creí en el concepto de que "amar" era sinónimo de "dañar", evitando de por medio cualquier interacción que implicara amor.

Pero, después entendí que no es así. Que el amor no debe de doler... sino sanar.

Acepté un amor el cual no era recíproco, atándome a la idea de que en algún momento yo podría sentir lo mismo que él, que era cuestión de tiempo. Pero cuando uno se enamora de verdad, no se necesita cuestión de tiempo para sentirlo.

Me obligué a guardar mis emociones por miedo a amar, por miedo a ser amada y que fuera dañada. Sin embargo, aunque traté de evitarlo, me lastimé a mí y a varios en el camino. En especial a quien más quería.

Emilio Ramírez.

Ese chico de pelo azabache, sin darme cuenta, me hechizó de una manera que jamás imaginé. Poco a poco empecé a amar cada pelea que teníamos, cada mirada de odio, cada cercanía, cada tensión que se generaba en el ambiente.

Empecé a sentir que mi mundo no tenía emoción si no estaba él, como si su simple sonrisa al verme cabreada por algo que él hizo, fuera la dosis que en toda mi vida necesitaba.

Te convertiste en una droga que me dañaba, pero a la vez necesitaba.

No lo quería aceptar, pero Ramírez ya tenía un lugar en mi corazón. Me era inevitable no pensar en él, ya sea por lo odioso que era o por su atractiva forma de ser. De cualquier forma, ya había caído en ese juego que tanto me esforcé en ganar.

Y es que no lo entendía. ¿Cómo puedes pasar de odiar a una persona, para luego... amarla?

No lo comprendía, hasta que él llegó a mi vida.

Tal vez Nathalie —alias "la tía Mhoni vidente"— tenía razón: esa noche tenía que ir a ese nuevo antro llamado "Vértigo".

Al inicio creí que ese sería nuestro último encuentro, que solo sería una chica que conociste a medias en aquel lugar. Pero vaya sorpresa fue encontrarte en aquel aula con tu filipina puesta.

¿Cómo puede el destino juntar tantas veces a dos pequeñas almas?

Aquella noche, donde me invitaste ese primer trago, supe que había algo en ti que nadie más lo tendría. Aquel beso en mi departamento solo me reforzó ese cosquilleo que siempre sentía al estar cerca tuyo.

Y aquel baile, donde huimos como dos adolescentes de una escena del crimen, me di cuenta de algo que negaba admitir:

Tú eras el único que me hacía sentir viva.

Tenerte en mi vida fue como estar en una guerra con bandera blanca, esperando el momento para defenderme pero me debilitabas con tan solo verte.

Pero la guerra ya había terminado, ¿no es así?

________________________

222.

¿Algo más? - Millos999Donde viven las historias. Descúbrelo ahora