10. Disturbios imprevistos

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En el correr de los siguientes días, Seungcheol y Jeonghan no se vieron ni una vez. Ambos estuvieron ocupados con sus respectivos trabajos, principalmente el mayor. Su editorial había experimentado atrasos, lo que derivó a que ciertas reuniones se pospusieran y algunos detalles no pudieran ser concretados.

No culpaba a nadie, a veces sucedía. El mantenerse comunicado con el mestizo, lo distrajo lo suficiente por alguna razón. Nunca hablaron de temas muy importantes y de hecho, las primeras veces se apresuró en hacer de su comunicación efímera, a pesar de que le prometió mejor dicho aspecto.

Obtuvo insultos y algunas quejas por no hacerlo, pero luego se volvió natural para él invertir una hora de su tiempo en charlar por teléfono con el pelinegro. Se la pasaba bien y como sus llamados se daban cuando estaba en la intimidad de su casa, no interfería con su horario, lo que era favorecedor y no le suponía mayores distracciones.

En una de esas charlas nocturnas, el mestizo le informó que se estaba encargando de un evento grande, balbuceó sobre muchas cosas al respecto, en primer lugar que era para una empresa, bastante exigente con la cual tuvo tres reuniones únicamente porque los lugres que seleccionó, no les convencían lo suficiente. Tuvo que cambiar el color de los materiales cinco veces y la organización de las mesas dos cuando finalmente estuvieron satisfechos con el sitio. Sin embargo, el noble notó el entusiasmo sincero en el impropio. A pesar del estrés, estaba contento por haber sido elegido.

En esas conversaciones, aprendió que su criatura siempre tenía algo para comentar. Incluso si eran nimiedades, él pronunciaría alguna estupidez u ocurrencia que prologaría su llamada. Era ingenioso y cuando se lo hizo saber, por primera vez, no se le ocurrió nada inteligente que aportar más que un tartamudeo incomprensible. Eso le causó gracia, se rió y lo molestó por varios minutos. Hasta que y al parecer, el contrario se sintió demasiado avergonzado como para seguir en línea que simplemente le cortó.

Pensar en eso lograba hacerlo reír, había sido inesperado pero divertido. Su criatura andaba por la vida a su ritmo, seguro de sí mismo y aún así no pudo soportar que se burlara un poco de su palabrerío, increíble.

Aunque ese acontecimiento le sirvió para aprender que si presionaba los botones correctos, conseguiría avergonzarlo.

Y él lo había escuchado en ese estado, pero inesperadamente le surgió el deseo de verlo de tal forma. Qué haría o cómo reaccionaría, necesitaba presenciarlo para saciar un repentino capricho. Aparte de que tendría algo más con que molestarlo.

Y tocar sus nervios era un gusto reciente que había adquirido.

Al final y luego de varios días, su rencuentro se dio. No había sido planeado por ninguno, la verdad es que había sido una sorpresiva coincidencia y las expresiones en sus rostros cuando estuvieron frente a frente, reafirmaban el hecho. No esperaban verse "tan pronto". Sus días habían sido agitados que ni siquiera pensaron en ello.

Pero sabiendo que Fire había sido su punto en común por semanas y que el vampiro más bajo era asiduo del lugar, el mayor debió anticiparlo. Pero su mente nunca lo consideró, su jornada fue extenuante y se encontraba allí a la fuerza. Arrastrado por su grupo de amigos.

En el momento que él y el pelinegro se toparon de camino a la barra, se quedaron congelados, mirándose con incredulidad. Como si fueran un producto de su imaginación alterada por el cansancio. Pero no era así y su burbuja se rompió a causa de un participante externo. Uno que rodeó con sus brazos la cintura de Seungcheol, sacándolo de su ensimismamiento de golpe y provocando que las cejas de Jeonghan se alcen en un gesto inquisitivo. Por un costado del alto apareció un rostro alegre de cabellera castaña.

—Vine para ayudarte con las bebidas.

—Eres el festejado— replicó con su entrecejo fruncido—, se supone que hoy tienes una justificación para no hacer nada. Mejor ve por Junhui.

Bloodiest - Jeongcheol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora