Capítulo 5: Alice

5 1 0
                                    

Al llegar al bar me asombré por la cantidad de gente que había. Era un ambiente con muchas luces de colores neón que te deslumbraban, había mesas de color rojo chillón y unos asientos del mismo color. La música estaba a demasiados decibelios, me dolían los tímpanos y eso que solo llevaba 5 minutos allí.

La gente iba con ropa provocativa, o casi no llevaban muchas prendas de ropa. Al fondo, en una esquina había dos parejas a punto de tragarse las lenguas de lo fuerte que se besaban. Al otro lado había una chica que discutía con su posible pareja, ya que se gritaban cosas bastante personales.

Aparte de parejas también había grupos de amigos y gente que iba al bar para ligar.

De golpe se nos acercó un chico alto de pelo rubio, alto y bastante atlético, tenía los ojos marrones y realmente era apuesto. Llevaba una camiseta negra ajustada a su torso, cosa que le resaltaba los músculos, combinado con unos baggy jeans azul oscuro y unas bambas air force 1 blancas. Él miró a Mite y le dijo:

-¿Te apetece tomarte unas copas conmigo?- Mite se le quedó mirando por unos segundos, y el chico al no obtener respuesta añadió- Bueno, si no eres de alcohol podemos bailar.

Le di un golpecito a Mite con el codo para que respondiese. Él me miró con dudas y yo le asentí con una sonrisa. Asegurándole que iba a estar bien, y que él también tenía que pasárselo bien. El chico se lo llevo a la barra y pidieron algo. Yo me fui a bailar un poco.

Movía las caderas al ritmo de la música, hasta que una chica rubia con tacón alto me chocó.

-¡Mira por dónde vas imbécil!- Gritó girándose con mala cara

-Cállate tonta, ¿no ves que es la golfa sin hermano?- Dijo otra con el pelo rosa chillón que destacaba por culpa de las luces de la sala.

-¿Y a mí qué? ¡Tía, me ha engañado OTRA vez!- Dijo la rubia para después irse llorando.

Esas dos eran el alma de todas las fiestas que se hacían en el entorno de la uni. Siempre bebiendo, fumando, pasándoselo muy bien... Cosas de esas que yo, no mentiré, también hago a a veces.

La rubia era Ana, una chica que sacaba malas notas, muy fiestera, acostumbraba a beber para olvidar relaciones muy cortas, las típicas de 2 días o para evadirse de que su novio le había puesto los cuernos por centésima vez.

Y la del pelo rosa chillón que parecía peluca era Victoria, una chica realmente borde con todo el mundo, menos con su preciosa Ana, siempre jugaba con los sentimientos de las personas, sobre todo con hombres. Las dos iban siempre jutas, como uña y carne, parecían lapas.

Me distraje rápido, la música me hacía moverme, me gustaba estar allí en la fiesta, todo el mundo bailando y bebiendo alcohol. Bailé durante unos 30 minutos cuando de golpe un hombre alto me dió una bebida con dos pastillas blancas flotando.

Me extrañé al instante, el hombre era más alto que yo, así que no le miré a la cara directamente. En este antro era normal, todo el mundo se drogaba, la gente te pasaba pastillas y tú las aceptabas sin preguntar.

-No gracias.- Me negué rechazando la bebida, no tenía ganas de drogarme ese día.

Él insistió nuevamente, entonces me asusté. No podía pasar otra vez, no.

Esquivé rápidamente al hombre de la bebida y corrí hacia Mite que estaba aún con ese chico rubio. Mite se giró al notar mi presencia.

-¿Qué ha pasado?- Me preguntó al verme tan agitada y con pavor en mi mirada.

-Necesito irme.- Contesté. Los recuerdos me pasaban rápidamente por la mente, cómo en una película.

Él lo notó y se despidió del rubio. Me cogió de la mano y me guio hasta la salida del Scurtx.

Yo solo veía los flashbacks pasar demasiado rápido por mi mente. Antes de darme cuenta, Mite ya me había sacado del bar de los cojones y estábamos en mitad de la calle.

Paró en seco y se giró para mirarme.

-¿Que te pasa, Alice?- Bajé la mirada, no quería enfrentarme a tener que verle los ojos, sentí vergüenza, impotencia y a la vez unas ganas impresionantes de llorar.

-Mite...- Dudé si podía contarle sobre el tema. Él era inestable, y no sabía como podía reaccionar a los hechos, podía desde volver allí dentro y matar al hombre hasta ponerse a llorar hecho una bolita de impotencia.

-¿¡Qué!?- Exclamó con los ojos fuera de sus órbitas- ¿Quién coño te ha dejado así? ¿Dónde está? Le mato.

-Por favor cálmate. Solo quiero irme de aquí.- Supliqué

Al fin dio su brazo a torcer y nos alejamos juntos del bar. Seguimos caminando en silencio hacia su casa hasta que habló.

-Esta vez me vas a tener que contar lo que pasó hace cuatro meses. Ya que sospecho que tiene relación.- Dijo serio.

Callé.

Llegamos a su casa, los dos nos cambiamos de ropa en silencio y nos pusimos lo más cómodos posible para la charla que nos esperaba. Mientras, yo me preparaba mentalmente para contárselo todo.

-Canta.- Dijo y después se sentó en la cama pesadamente. Yo sentía que si intentaba hablar se me saldrían las lágrimas. Notaba un nudo que me ahogaba.- Recuerda que cuando pasó todo yo me negué a ver el video. No te hice preguntas como me pediste y ya te he dado muchísimo tiempo para que lo asimiles todo. Tú y yo sabíamos que esta conversación pasaría.

-Voy a intentar contártelo todo, pero por favor no te enfades.- Supliqué.- Lo intentaré de la mejor forma que pueda.

Él solo calló y esperó a que yo empezara, sin dejar de mirarme.

-Hace cuatro meses- Empecé-, fui al Scurtx sola, iba con intenciones de olvidar el último brote que había tenido mi madre. Fue cuando se la llevaron solamente por una noche en urgencias psiquiátricas.- Él asintió haciendo entender que lo comprendía.

-Yo no iba con ropa provocativa- Continué-, solo estaba bailando y seguramente me había tomado unas dos copas. Apareció un hombre alto, no le vi la cara, ya que estaba a contraluz, me ofreció el vaso y yo cómo una ingenua lo acepté. Todo el mundo se droga en el puto Scurtx, y yo esa noche no iba a ser una menos. Agarré el vaso y sin pensármelo dos veces me lo bebí.

Hice una pausa por si él me quería comentar algo del tema. Pero él no habló, así que solo continué.

Tu culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora