XII - PARTE I

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MILENA

Todo iba perfecto, tranquilo, directamente todo.

Habían pasado ya 5 días sin ningún nuevo incidente gracias a Dios. 

Me estaba mirando en el espejo arreglando mi pelo corto de forma correcta. Ahora que lo recuerdo, decidí teñírmelo a la edad de 15 años después de la muerte de mi hermano.

La maldita muerte de mi hermano y el momento en el que descubrí que tenía poderes...

Desde ese entonces el odio me perseguía, ¿y lo peor? no haber tenido la oportunidad de hacer sufrir a la persona que mató a mi hermano.

Sí, así de grave era mi situación...

Hace 4 años...

Mi vida era perfecta, o eso es lo que creía mi niña interior de 15 años.

Tenía la familia perfecta, la que se amaba incondicionalmente, éramos felices, vamos como las típicas familias Disney.

Si todo perfecto, supuestamente.

Yo y mi hermano mayor, Ryan, éramos más que hermanos, éramos mejores amigos. Siempre podía contar con el incondicionalmente, aunque me equivocara, siempre me apoyaba en todo y me daba consejos en la vida y como seguir adelante y enfrentarme a cualquier problema.

Si, todo era así hasta que llegó el peor día de mi vida y el que más odio en el día de hoy.

14 de febrero.

Si, el día de los enamorados.

Y os preguntaréis: ¿te hicieron daño en el amor o algo por el estilo?

Pues la respuesta es no, fue algo peor.

Estaba saliendo del instituto junto a mi hermano que era mayor que yo con dos años, él iba en último año. Siempre fuimos muy unidos desde pequeños, recuerdo cuando yo tenía dos años y él cuatro, me metía en un carro de bebes, pero de juguete y me paseaba por todo el salón. Sí, en uno de juguete, eso era lo gracioso. ¿Y más aún? que cabía perfectamente en ese carro.

El caso es que nosotros vivíamos en una especie de cabaña metida en el bosque, teníamos que pasar por el medio de la ciudad y salir a las afueras. Según mis padres cuando más lejos de la población, todo era mejor. 

De camino hacia casa, estaba platicando con él sobre la vida, y se burlaba de mi vida amorosa. ¿Razones? no declararme al chico que me gustaba.

- ¿Qué tanto esperas a declararte, pitufa? - se burló de mí dándome un pequeño empujón.

- ¿Tienes que estar bromeando? - le miré seria. - Soy poca cosa para él.

- Por el amor de Dios, Mile... - se paró en seco y me hizo mirarle fijamente a los ojos. - No eres poca cosa para nadie, eres una chica increíble, guapísima, además el talento que tienes con la tecnología es increíble, no cualquiera encontraría a una chica como tú que le arreglen las cosas. ¿Y sabes que es lo mejor de todo? Que eres una Johnson, los Jonhson nunca se rinden. - me sonrío de lado. - Así que no me vengas a decir que eres poca cosa, cuando eres la chica más increíble que existe. Por cierto... ¿Han hablado alguna de tus amigas de mí? - estallé a carcajadas.

- No le interesas a ni una, Ryan... - él me fulminó con la mirada.

- Bueno, ellas se lo pierden. - me reí ante su comentario. - Si ese Asher no te valora, es porque es un completo imbécil. - dijo. - Aunque sigo sin saber como es que te enamoraste del pandillero de  todo el instituto, según entendí se junta con la mafia.

- ¿Qué porro te has fumado? - le miré frunciendo el ceño. - Nadie se junta con la mafia, idiota.

- Sus amigos llevan navajas. - le miré seria. - No sé yo, pero lo tienes un poco complicado. - me cruce de brazos mirándole seria.

INHUMANOS: Apocalipsis zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora