❦ Roier ❦

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Esa noche fría de Noviembre Nueva York estaba nublado, no había rastros de estrellas y el cielo había decidió solo dejar ver la gran luna llena entre enormes nubes y después de una pequeña tormenta ahora solo algunas gotas de lluvia caían sin cesar haciendo música sobre los charcos.

Desafortunadamente después de posponer por más de dos meses su cacería ya era tiempo de alimentarse, así que había salido a recorrer las calles de Nueva York en busca de alguna alimaña. Paseaba con el cuello de su gabardina alzado y un sombrero tratando de esconder su rostro, aún así las pocas personas en la calle no podían evitar mirarlo, era como un imán, esos ojos azul cielo que se dejaban asomar por entre la gabardina quitaban el aliento a cualquiera por igual, al fin y al cabo los depredadores debían tener atractivo atrayente y este depredador no era la excepción. El trataba de desviar las miradas sin hacer contacto con ninguna de las personas que se veían atraídas hacia el pensando en lo desafortunados que eran por tener que verlo esa noche fuera de su mansión. Gracias a la lluvia había solo muy pocos autos y personas en las calles, tal ves había sido un mal día para salir a cazar, tal ves volvería al siguiente día o al siguiente dependiendo del clima. En esto se encontraba pensando cuando de pronto una mirada llamó su atención, unos hipnotizantes ojos color chocolate que reflejaban la luz de luna en ellos lo miraron por lo que parecieron años cuando en realidad solo fueron escasos segundos, como respuesta a esa mirada recibió una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo y lo hizo subir la guardia por instinto para luego girar su cabeza en dirección al joven que acaban de pasar a su lado y al que pertenecían esos ojos color chocolate.
No parecía un vampiro aún que tenía la belleza de uno, era alto y fornido, de grandes brazos y hombros fuertes, su cabello obscuro ondulado y ahora mojado por la lluvia caía al rededor de su rostro, unas grandes y pobladas cejas enmarcaban sus hermosos y penetrantes ojos. Podía oler su sangre que al instante hizo su boca salivar en deseo, también podia escuchar el latido de su corazón bombeando vida en su cuerpo. ¿Entonces que era esta amenaza que sentía?, no estaba dispuesto a quedarse con la duda pero al instante en que dio un paso hacia el chico para seguirlo este se detuvo a mitad del camino y dio la vuelta hacia el, tal ves percibiendo el peligro que lo acechaba por detrás. Cellbit se detuvo en seco al verlo de frente. Lo que sucedió enseguida ocurrió en una fracción de segundo. De la nada y a toda velocidad apareció un automóvil, cuando el instinto de Cellbit aviso del peligro ya era tarde, su instinto había sido nublado por algo más y ahora estos segundos habían costado la vida del muchacho frente a él.
El automóvil lo había arrollado frente a sus ojos huyendo en el acto. Cellbit no sabía que hacer correr y alcanzar al desgraciado para hacerlo pagar o alimentarse de la deliciosa sangre del chico en el suelo que lo llamaba.
Entonces lo escucho, una respiración ronca y dificultosa, enseguida se volvió hacia el chico y corrió a él. Hincándose a su lado levantó con cuidado su cabeza y la puso sobre sus rodillas, miró a su alrededor pero no había nadie más, podría llamar a una ambulancia pero sabía que el joven no resistiría.

- Por.. por favor.. ayuda.. ayuda me...-

La voz del joven hizo que el vampiro sintiera escalofríos pero esto no era miedo, hacia décadas que no sentía miedo, esto era algo diferente.

- No... no hay mucho que pueda hacer por ti.. lo lamento.. -

- Roier... mi nombre... es Roier...-

Cellbit hizo una mueca en forma de sonrisa, ¿Como era posible que este chico estuviera moribundo y decidiera presentarse?.

- Roier...- repitió.- Lamento no haber sido lo suficientemente rápido... soy... mi nombre es Cellbit...- Decidido ser honesto, al fin y al cabo el chico no viviría más tiempo.

- Cell...Cellbit.-

Su nombre en los labios de aquel joven sonaba como una canción que hacía muchos años había dejado de escuchar y solo le recordaba añoranzas de una vida que solo había soñado.

- Si...- respondió despacio.

- Cellbit... no quiero... no quiero morir... -

El vampiro apretó la mandíbula. Muchas de sus presas habían dicho esa frase al encontrarse con el, al ver sus ojos y al mostrarles sus colmillos estos sabían que su fin había llegado así que por egoísmo exigían vivir, vivir para seguir cometiendo atrocidades, pero este joven sonaba diferente, ¿quería vivir porque le gustaba la vida quizá?. Una idea que nunca antes había cruzado por su cabeza lo atormentó en ese momento, ¿Que pasaría si lo transformaba?. Enseguida se regañó mentalmente por la idea ,el no podría hacer lo que le hicieron a él, el castigo eterno. No, el joven no lo sabía pero la muerte era mejor, más fácil.
Un hilo de sangre comenzó a correr fuera de los labios del menor, enseguida los ojos del vampiro se clavaron en sus carnosos y ensangrentados labios que ahora se veían como una hermosa invitación. Sin pensarlo y solo como un acto reflejo en busca de alimento bajo su rostro y pegó sus labios a los de el chico besándolo despacio, saboreando la poca sangre que salía de su boca. Tal ves era la sed que tenía por no haberse alimentado en meses pero estaba seguro de que nunca en sus 307 años de vida había probado sangre más deliciosa. No podía esperar más, debía devorarlo.

- No tengas miedo... pasará pronto..- dijo al separarse del chico mientras sacaba sus colmillos dispuesto a alimentarse de su deliciosa víctima.

El joven cual presa que sabía su destino despacio cerró los ojos ladeando su cuello dejándolo expuesto para el vampiro. Entonces sucedió, clavando sus dos colmillos en la tersa piel el delicioso líquido comenzó a brotar. Cellbit cerró los ojos, jamas había probado algo igual, con sus dos manos aferró fuerte al joven debajo de el sin dejar de succionar, había entrado en éxtasis por completo, al irlo dejando a él vacío sentía que la vida y vitalidad volvían a su cuerpo, el mejor sabor que había probado nunca, podría fácilmente ser esclavo de este humano si le prometiera alimento para la eternidad.

- Cellbit... no quiero... morir.. no ahora...no ahora que te encontré...-

Dentro de su transe escucho los susurros del joven que en automático lo hicieron detenerse. Pero aún no había terminado, si se detenía ahora sin haberlo matado lo inevitable sucedería.

- No.. no ahora ... que te encontré..- volvió a susurrar Roier mientas perdía el conocimiento por completo.

Sin saber cómo su veneno comenzó a salir para curar la herida. Ya era tarde, ahora lo había condenado al castigo eterno, a una vida junto a él, porque de alguna forma egoísta el tampoco lo quería perder.

Con las fuerzas renovadas Cellbit se puso en pie, aún incrédulo de lo que había hecho, levanto a Roier con el para llevárlo a la mansión.
Sus heridas causadas por el accidente ahora no importaban, el veneno se encargaría de eso, la transformación sería dura y dolorosa pero el estaría bien. Si es que convertiré en un monstruo podría clasificarse dentro de la palabra "bien".

Contrato De Sangre (guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora