❦Bajo tu mando❦

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Ambos habían salido en busca de alimento para Roier. Cellbit hacía ya décadas que no probaba comida humana así que solo se dirigía hacia donde el menor le indicaba.

- Ahí mira, esa pizza es deliciosa y las rebanadas son enormes así que con una pizza para mi será suficiente.- indicó el menor mientras apuntaba con su dedo índice hacia un local en el centro de Nueva York.

El mayor encontró un sitio para estacionar su auto.

- Te espero aquí.- indicó apagando la marcha del auto.
- ¿No quieres venir?-
- No. No me gusta la forma en que me miran.-
- Bueno es natural llamas la atención, a las personas les gusta mirar a otras personas atractivas.-

El vampiro se quedó serio mirándolo.

- ¿Que?, ¿Me vas a decir que no sabes que eres atractivo?, apuesto a que te lo dicen todo el tiempo. En fin, ¿tendrás veinte dólares que me puedas prestar? - cuando desperté me di cuenta de que mis pertenencias no estaban conmigo y de que habías cambiado mi ropa.-
- Cuando te levante de la calle no había nada más ahí tuyo, solo este teléfono.- dijo extendiendo el aparato hacia Roier.
- Mmh- el menor hizo ademán de pensar- probablemente olvide la cartera ese día en mi departamento, soy algo despistado ¿sabes? - dijo sonriendo amplio.

Cellbit solo lo miraba sin creer que un humano tan despreocúpado ahora tuviera en sus manos el destino de su inmortal vida.

- ¿Entonces ?- pregunto de nuevo Roier sacando de sus pensamientos al vampiro.
- ¿Entonces que?-
- ¿Me puedes prestar dinero y te lo entrego cuando me lleves a mi departamento?-
- Claro...-

El vampiro abrió despacio la guantera de su auto y de inmediato un fajo de billetes se dejó ver.

- Toma lo que necesites.-
- Vaya, si que deja ser inmortal ¿he?- dijo mientras tomaba un billete de ente el montón.
- Solo date prisa niño.- rezongo el vampiro de nuevo.
- Bien. Bien anciano ya vuelvo.- dijo esto mientas se bajaba del auto.

Al momento en que Roier cerró la puerta Cellbit respiró hondo. El aroma de ese humano era delicioso, el solo recordar el sabor de su sangre en su boca y su lengua lo hacían salivar, regularmente su apetito era saciado incluso por dos meses después de cada cacería pero estar cerca de Roier lo hacía tener sed por el solo hecho de querer probar más de él.

Pasados veinte minutos el chico volvió. Subió al auto y sin decir mucho colocó el cambio del billete que había usado en el porta vasos del auto.

- ¿Listo?- pregunto Cellbit al momento en el que el contrario cerró la puerta del coche.

Roier solo asintió con la cabeza.

- ¿Sucede algo?, cuando saliste de aquí no dejabas de hablar y ahora parece que viste a un fantasma.- pregunto el mayor mirándolo fijo.
- Yo...-
- ¿Si?-
- No puedo matarte.- susurró apenas audible.
- ¿Que dices?-
- Dije que no puedo matarte, no aun.- dijo al fin mirándolo.
- Creí que teníamos un trato.- dijo el vampiro ahora algo serio mientras apretaba el volante de su auto.- Dijiste que no querías un esclavo y yo no quiero vivir dependiendo de alguien mas, así que o cumples tu palabra o nos morimos los dos niño.-
- ¡Lo se! ¡¡Se lo que dije!!- dijo al fin gritando Roier- ¡¡Pero las cosas han cambiado repentinamente, el destino me odia pero si tú tienes una forma en que muramos los dos entonces hazlo!! ¡Hazlo de una ves, prefiero eso que regresar a casa con mi familia!-
- ¿!Prefieres morir a regresar a donde sea que es tu casa!?-
- ¡Nunca lo entenderías!-
- Pues entonces explícate niño!-
- ¡¡Deja de llamarme niño con un demonio!!-

El grito hizo retumbar los vidrios del auto y algunas personas que estaban afuera enseguida voltearon a ver de donde provenía el escándalo.

- Deja de llamar la atención hacia nosotros por dos segundos ¿puedes?- pidió el vampiro mientas ponía el auto en marcha y salían del lugar.- Ahora explícate.-

Contrato De Sangre (guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora