¿Enfermedad? ¿Oscuridad? ¿Sombra y fuego? Esto no había pasado en miles de años, al menos no desde que reinaba mi familia.
Dracoria siempre era un país próspero. Con buenos y malos gobiernos, pero nunca había atravesado crisis de enfermedades, mucho menos oscuridad desde que los Umbrarquianos, seres que manejan las sobras y magia negra, decidieron ser parte del reino.
Después del gran silencio hubo bulla, mucha bulla. Lamentos, desesperación, gente llorando. Ya hubo una Gran Guerra, y aunque el pueblo se vio afectado por la escases de recursos, siempre estuvieron a salvo, la mayoría de quienes la vivieron estaban muertos para ese momento, pero dejaron un legado de historias. No creía que pudieran soportar algo como esa crisis de nuevo.
Mi padre, con toda la seriedad que ameritaba un soberano con su pueblo sumido en la desesperación, intentó controlar la situación.
—Escuchen por favor. Tienen que calmarse. Esto es una profecía, aún tenemos tiempo prepararnos. No hay enfermedad ni oscuridad en estos momentos, para su tranquilidad les encargaremos a los Verdatians que preparen suministros de medicina. Los Umbrarquianos se encargaran de vigilar con más frecuencia a las sombras. Los múrmuridos se encargarán de comunicarle a todos como está la situación. Y los Prismorianos intentarán averiguar que significa la profecía. Por favor mantengan la calma.
Los Verdatians se miraron entre ellos. Supe enseguida que no sabrían exactamente que hacer. ¿Cómo podrían crear medicina contra una enfermedad desconocida?
Los Umbrarquianos, simplemente escucharon en silencio. Entre ellos estaba el chico del dragón plateado, miraba a mi padre como si este le fuera insoportable.
Los múrmuridos eran seres pequeños, no alcanzaba a leer sus rostros, pero sus pequeñas voces se escuchaban preocupadas.
Los Prismorianos, estaban en un círculo, todos tratando de leer la profecía.
Mi madre estaba atendiendo a los niños que lloraban asustados viendo a sus padres.
La ceremonia terminó y mandaron a todos a sus casas o lugares donde estuvieron durmiendo si vinieron de lejos. Los dragones eran enviados a los establos públicos de Estelaria.
El Concejo se quedó, mi padre me dijo que los acompañe a la reunión. Vi su cara de preocupación y supe que esto era más urgente de lo que pensaba.
En la mesa estaban Eldarion, el representante de los umbrarquianos, Lyra, la representante de los múrmuridos, Gideon, el representante de los prismoromanos y Cedric, el representante de los verdatians.
—¿Esto tendrá que ver con la enfermedad que ha estado atacando a los dragones?—dijo Cedric, una vez que se instaló la reunión, sus orejas puntiagudas estaban muy rojas.
—¿Qué enfermedad?—me atreví a interrumpir. No permitiría que le pase nada a Aurion.
—Selene, desde hace unos meses, gente del pueblo ha estado pidiendo ayuda, sus dragones están cansados y con muy poca magia, ni siquiera pueden volar.
—Imposible, son nuestra mayor fuente de magía.
—Por eso esta afectando mucho al pueblo, la mayoría de ellos trabajan lado a lado con sus dragones, haciendo comercio o ganadería.
—Disculpe, su majestad.—dijo el concejal primoromano—Nosotros hemos tratado de resolver la profecía, creemos que involucra a su hija.
—¿Es por la parte del dragón oro?
—Sí, además, no sabemos de donde viene ese dragón. El año anterior solo nacieron cincuenta dragones y los criadores dicen que nunca han visto uno dorado.
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Esencia de Dragón
FantasíaEn Dracoria, donde dragones surcan los cielos y la magia danza en cada parte, Selene, princesa de la región, y Kylian, un experto en magia de sombras, se ven entrelazados por un destino épico. Cuando el oscuro hechicero Varian amenaza con sumir el r...