Un día una bala

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Había pasado un mes desde que dejé de hacer conciertos. En ese tiempo, no sé cómo, pero conocí a una chica que también deseaba hacerlos. Quedamos en vernos en un mall para conversar. Iba a salir de mi casa luego de un mes. Debo admitir que era o es una chica muy guapa.

Cuando estaba con ella conversando, me llamó al Nextel el dueño de una discoteca y me dijo: "Papacito, ¿dónde estás? ¡Te necesito!" Le conté que estaba cerca y para qué era bueno. Me dijo: "Ven volando."

Me acerqué a la discoteca y me comentó que esa noche había un evento de música electrónica y necesitaba unos equipos. Negocié el precio, acepté y dije: "Regreso a las 5 a dejar los equipos." Me despedí de él y acompañé a Ana (la llamaremos así) a un paradero, y ella partió. Conversé con mi hermano, que era como mi socio, aunque me ayudaba de puro hermano a llevar las cosas. Dejé todo instalado, me pagaron un adelanto y me fui, luego pasaría a recogerlos.

Al llegar a mi barrio, me dijeron para tomar unas cervezas. Acepté, la pasé bien y alrededor de la 1 a. m., estaba poniendo la llave en la puerta de mi casa, pero en ese momento pensé: "¿Qué hago entrando? Me voy a la discoteca." Tomé un taxi, llegué, entré y fui a la segunda barra a conversar con un barman de ahí. Todos eran mis amigos, ya que yo realizaba y ayudaba en conciertos constantemente. Ya era un trabajador extra. Una persona que me enseñó mucho se llamaba Víctor, Cheno, querido, ya partiste hace un tiempo, pero siempre te recuerdo. Luego tendrás más participación en mis historias, tanto me ayudaste.

Al rato, se apareció el dueño de la discoteca y me dijo: "¿Qué haces aquí, papacito? Vamos a tomar en la segunda cabina." Desde ahí veía la disco completa. Me divertí, me reí y aunque no es mi género preferido, la pasé bien.

A eso de las 5 a. m., empezó una pelea. Bajé y les dije a los de seguridad que los saquen. Como estos tipos eran nuevos o tal vez contratados por el organizador del evento ya que no era la discoteca, no me hicieron caso. La fiesta continuó y yo seguí con lo mío. A las 5:20 a. m., de nuevo el mismo grupo, misma pelea. Al bajar rápidamente, vi a una persona en el piso. Es en ese momento volteo a mi derecha y veo al de seguridad que me sacaba un paso hacia adelante y a mi izquierda otro seguridad. El de mi lado derecho se fue corriendo. Dentro de mí dije: "Irá por ayuda seguramente." Al voltear a ver a dónde iba, escuché un PUM, un balazo, seguido por hasta 3 o 4 más. En el primer balazo, recordé que en caso de balacera todos al piso o correr en zigzag, opté por correr. Lamentablemente, esa noche hubo un herido que luego falleció.

Eso ocasionó un punto de quiebre en mí. Tenía miedo y no quería volver a trabajar. Fue entonces cuando apareció mi mamá con la idea de poner un bar. En agosto de 2011, con 23 años, decidí crear un bar de rock con conciertos, y así de paso apoyaba a varios músicos y bandas nuevas. Buscamos un lugar que no era el adecuado, y empezamos la travesía. Tengo que reconocer que muchos músicos me ayudaron. El bar era una basura, no teníamos nada y de cantina no pasaba. Pero era mi bar. Realizamos conciertos espectaculares, luego lo ampliamos, llegaron algunos organizadores y es donde Cheno me trajo varios tributos e invitó a varios conciertos. Fue con el que pude trabajar para conciertos de Frágil, Amen, Dolores Delirio, Tremolo, entre otros, así como organizar conciertos para Inyectores, Terreviento, Valerie Series y más bandas.

Lamentablemente, los problemas con el arrendatario comenzaron y tuvimos que cerrar. Nos mudamos a otro local, pero en una zona más urbana donde sí teníamos problemas por la bulla. El negocio no fue bien y en agosto de 2013, después de una aventura tremenda, decidimos cerrar. En ese momento, mi único ingreso era el de ser músico, lo cual funcionó bien unos cuantos meses. Para ese tiempo conocí a Cristina y empezamos a salir. Aunque con Ana las cosas fueron bonitas, ya había pasado buen tiempo desde que nuestra relación terminó. Con Cristina pudimos ir a conciertos donde yo tocaba y estaba con mi hermano y amigos.

Una vez fui a cerrar un trato en un bar en el centro de Lima, recuerdo el nombre, se llamaba La Parroquia, incluso los trabajadores se vestían de monje y monja respectivamente. En dicha reunión estaba el dueño y se supone que la administradora, pero ella nunca llegó. El dueño muy enojado me dijo: "Así son estos administradores de bares, no trabajan." A lo cual yo le dije: "Señor, yo he sido administrador y sí trabajaba." El tipo sacó su teléfono, la llamó y le dijo: "Estás despedida." Me dijo: "¿Cuánto quieres ganar?" Me agarró de sorpresa y le dije: "1500 soles." Me dijo: "OK. Empiezas el lunes." Yo estaba feliz, nunca había visto tanta plata mía junta. Incluso me dio 500 soles de adelanto. Regresé a mi casa no solo cerrando el trato, sino también con un trabajo y un sueldo bueno. Con el tiempo me di cuenta de que el tipo era un usurero de primera. Duré como unos 4 meses, ya que no quería pagarle a las bandas, y encima quería que llenen su local y los eventos que él mismo organizaba no iba gente y me echaba la culpa. Recuerdo que me dijo: "Ven el viernes a conversar conmigo." Yo ya sabía que la relación estaba partida, entonces fui a hablar para terminar en buenos términos y me complete 500 soles que me restaba. Me trató mal, me gritó y yo no dije nada. Solo quería mis 500 soles e irme. Ya veré, pensé. Él me dijo: "No te daré nada, vete." Salí furioso de su oficina y claro, con motivo. Era el dinero que necesitaba para mis hijos. Regresé con las justas a mi casa sin dinero, con problemas y preocupaciones.

¿Qué iba a hacer? Ahora, ¿en qué iba a trabajar? No lo sabía.

Mi vida como empresario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora