Pandemia

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Desde finales de 2019, ya se veían en las noticias los casos de coronavirus. Realmente, nunca pensé que llegaría al Perú. Después de una fecha de elecciones en el país, decidimos realizar un viaje con todos los de la empresa a una casa de campo en Cieneguilla. Creo que fue la última gran salida que tuvimos; luego de ello, vino el cierre de todo, y estuvimos confinados por dos semanas.

Recuerdo ese 15 de marzo, donde todos nos reunimos en la puerta de mi casa diciendo: "Nos vemos en 15 días, claro, 2 semanas". Gastón me dijo: "Daniel, tómalo como unas vacaciones que hace años no tomas algunas", a lo que respondí: "Claro, es verdad. Serán 15 días para compartir con Nicole, y más si hace poco había sido nuestro aniversario". No teníamos problemas de dinero, así que parar dos semanas no era algo que me preocupara totalmente.

Pasaron los días y solo limpiábamos la casa, la oficina, comprábamos lo necesario, veíamos películas, llamábamos a nuestras familias para saber cómo estaban. Esos 15 días se volvieron más días y las preocupaciones llegaron; la falta de dinero se iba notando. Si teníamos, pero la incertidumbre de no saber qué pasaría nos consumía. Pero a mí más. Apenas empezaron a abrir un poco los negocios y la opción de comprar cosas e incluso importar, decidimos abrir un negocio e importar varias cosas desde China.

Lamentablemente, esa idea no funcionó, ya que Facebook nos bloqueó la posibilidad de hacerle publicidad. Algunos otros negocios empezaron, pero el turismo aún nada. Iniciamos otro negocio de comida rápida. Sí, teníamos una buena idea, pero lamentablemente, por inconvenientes entre el negrito y yo, se fue al tacho. Perdimos un poco de dinero y ahí sí estaba muy preocupado.

Ya casi no teníamos noticias sobre el turismo y teníamos cuentas pendientes. Es por ello que decidimos no invertir nuevamente en otra idea y solo esperar. Para ese momento, la relación se desgastó.

Yo decidí jugar en la PC y ella en hacer ejercicio. Yo, sin saberlo, había empezado a tener depresión. Realmente no tuve conciencia de ello durante mucho tiempo.

En junio de 2021, el turismo ya estaba por empezar. Si bien antes se podía viajar, realmente no me parecía seguro hacerlo, y no quería exponer a nadie. El 6 de junio fue la última vez que en nuestra casa vi a Nicole; ella se fue y mi vida se acababa.

Sin negocios, sin pareja, sin uno de mis hijos, ¿Qué haría yo?, me pregunté.

Decidí asumir solo la conducción de la empresa y empecé a vender, o al menos eso intentaba. Pero ya no era lo mismo; la depresión había empeorado con la separación. Tenía insomnio y me dormía a las 8 a. m. y me levantaba a las 2 p. m.; ya no me quedaba mucho tiempo para vender y también me aburría rápido, hacía lo que podía.

Decidí vender el bus y obtuve una buena suma de dinero. Pagué algunas cuentas atrasadas y dije: "Ahora sí despego", pero no fue así. Mi chispa se fue apagando; había perdido esa mirada, esas ganas, estaba destrozado.

Intenté varios meses salir adelante, pero no pude. Caí en un círculo terrible donde todo me salía mal. Hasta que en octubre de 2021 dije: "No más, cierro la empresa", y así fue; dejé todo ahí.
La empresa por la que tanto luche, mis sueños, mis historias, mis éxitos, todo estaba perdido. 
Lo había perdido todo maldita sea. 

Mi mamá me escribió y me dijo: "Daniel, regresa a la casa para que ahorres dinero". De verdad no me gustaba la idea y, luego de ponerme terco, accedí.

Regresé casi a finales de 2021 a donde todo empezó. No me sentía a gusto; me sentía un fracasado, sentía que retrocedí y no tenía las fuerzas suficientes para empezar de nuevo.

Con mis ahorros estuve viviendo un buen tiempo, incluso todo el 2022 y hasta febrero de 2023. Pero en 2022 sucedió un hecho que me hizo recuperarme un poco de lo mal que estaba: la muerte de mi padrastro. Si bien lo he nombrado por primera vez, su partida por un cáncer de estómago me puso a mí al frente del hogar, donde con viento y marea debía salir adelante. Dinero había, pero no tanto; mi familia se vio sumamente afectada por ello.

En agosto, el 4, que él fallece, iba pensando qué hacer y tuve varias ideas, pero un día me levantaba sin ganas y me rendía, pero decía yo puedo, yo puedo. Pero realmente no podía mi vida era un camino sin salida. 


Mi vida como empresario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora