Lo tengo

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Ese 2015 fue espectacular. Tenía 2 SACs a mi nombre, una buena cantidad de dinero y amor. ¡Estaba insoportable! Mi relación con Nicole estaba en su mejor momento. Nos enamoramos rápidamente, compartíamos tantas cosas en común, disfrutábamos de conciertos, comidas y viajes en familia.

A fines de año, volví a trabajar con mi papá. Claro, mis 50 soles seguían emocionándome. Recuerdo que un chico me preguntó: "¿Tú no eres el dueño de tal empresa?" Sí, le dije, y él cuestionó por qué trabajaba allí. Le expliqué que era el negocio de mi papá y que venía a ayudarlo todas las navidades y años nuevos. Compró algo y me dijo que eran buenos mis tours. Le agradecí por la compra y se fue contento, yo estaba feliz, como perro con dos colas.

En ese momento, apareció Aaron, un chico que conocimos en la calle cuando tomábamos un taxi y que me dio su tarjeta para que lo llamara a cualquier hora para transportarme. Así fue, lo llamé esa misma noche, aunque al principio no le tenía mucha confianza. ¡Inició el año y Nicole tuvo que mudarse de SJL a Independencia! Fue un cambio positivo, aunque el viaje era largo, y en muchos casos, Aaron fue mi chofer. Pelado, los sustos que me dabas al manejar, espero que estés bien.

Nicole comenzó a venir a mi casa y me ayudaba con las empresas. Yo soy un profesor algo complicado, le enseñaba, pero a mi manera, es decir, resolviendo problemas en el momento. La verdad es que eso es lo que te hace bueno, saber cómo reaccionar ante cualquier circunstancia es lo que te lleva al éxito. Empezamos a hablar sobre vivir juntos, pero siendo honesto, no estaba seguro. Tenía mis ahorros, pero el inicio de un nuevo hogar me asustaba. Le dije que ella buscara, así podía ahorrar más e irme más tranquilo.

Pero la vida tiene sus giros. En menos de dos meses, frente a mi casa, dejaron un departamento de un piso con 2 cuartos, cocina, baño, 2 patios, sala gigante y lavandería. Volví a decirle a Nicole que averiguara. Hablé con mi papá, y me dijo: "Hijo, págalo con la tarjeta de crédito y listo, compra todo lo necesario". Un 15 de abril, no recuerdo bien, teníamos la cita para ver la casa, pero mi abuela estaba en casa, muy delicada de salud. Ahí tengo otra historia que contar, la vieja era brava de bravas. Cuántas historias tengo con ella.

Recuerdo entrar a la casa vacía, sin casi luz, y me decían: "Si, Daniel, te conozco desde niño y si tienes para pagar, te la arriendo. No hay problema". No había problema, tenía y de sobra. En ese momento, entra una llamada de mi hermano, y me dice: "Daniel, la abuela falleció". Le dije: "Voy a la casa". Le expliqué a Martha que sí la tomaríamos, pero que me diera 15 días para pasar por lo de mi abuela y mudarnos. Me dijo: "Está bien, me das el adelanto, te la doy pintada, y luego vemos el contrato".

Fueron días arduos: el velorio, la cremación, comprar cosas para la casa. Pero llegó el gran día. Un 01 de mayo nos mudamos a nuestro hogar. Me hubiera gustado que mi abuela viera mi éxito. Vieja de mierda, jodías, pero me inspiraste mucho. Aún te recuerdo, y rendiré tributo en futuras historias. También hablaré sobre los colegios de mi tocayo.

Recuerdo ver la casa vacía nuevamente e ir llevando de a poco todo: instalar el internet, llevar muebles, TV, cocina, refrigeradora y todo lo necesario para que Nicole y el bebé estuvieran bien. Ellos siempre son y serán mi prioridad, junto a mis dos hijos mayores y, claro, a su madre. Siempre serán mi familia, y siempre los amaré.

Todo lo que hacía era para ella, para que viera su casa, ya que sus ojos me lo decían. Yo la conocía, pero no tanto como fui conociéndola, pero no para mal, sino para bien. Nicole se volvió una máquina en el negocio. Hacía de todo, y lo hacía bien. Es la mujer que todo hombre de negocios necesita. Me apena que no podamos haber seguido trabajando juntos, aunque como pareja no funcionáramos. Admito que ahora me falta una Nicole en mi nueva empresa, una todoterreno que escuchaba mis locuras y que, si consiguiera una igual y que se le sume tener iniciativa para negocios, el cielo me quedaría corto. Claro, sin ser pareja.

La vida era un carnaval, como decía Celia, y teníamos mucha azúcar para dar. Repartíamos bastante chocolate en la empresa, el dinero ingresaba como agua, y vivíamos excelente. Tanto que decidimos repatriar al negro para que sea el nuevo empleado de la empresa, con sueldo y horario fijo. La sala, que era mitad oficina, se fue volviendo toda oficina.

Recuerdo nuestro primer fin de semana largo. Había alquilado una cantidad ingente de buses para los tours, tenía todo organizado. Dije: "La voy a romper". Quince días antes, todo estaba listo, pero faltaba algo. Tres días antes del inicio, no habíamos vendido nada, estaba asustado y temeroso. Lo hablé con Nicole, y me dijo: "Mejor devuelve carros, no vayamos a perder". La verdad es que en ese momento tuve vergüenza y dije: "No". No se lo dije a ella, pero mi mente decía no.

Y pasó lo inimaginable: vendimos todo y más. Pedí más carros, pedí más guías, y me fue espectacular. Ya teníamos hasta una central de llamadas. Los teléfonos no paraban de sonar. El negro, Nicole y yo ni almorzar podíamos. Compré una parrilla, y a seguir con todo, agendando reservas, organizando, y todo salió genial en ventas. Estoy seguro de que hubo errores, pero bueno, se solucionaron. Terminamos agotados ese miércoles, pero felices.

Es cuando decido repatriar a mi hermano, ya que necesitábamos que alguien se encargara del marketing. Incluso a mi hermana para que ayudara a diseñar. Mi hermano, en ese momento, necesitaba dinero para una laptop, y le dije: "Yo la compro, y tú pagas con trabajo". Aceptó, y listo. A mi hermana no recuerdo el trato. En algún momento le preguntaré.

Aunque hoy he escrito bastante, ya tengo un dolor de brazo, y es hora de parar. No sé por cuántos días, pero estoy sumamente emocionado por todo lo que estoy contando. Tal vez mañana siga. No lo lee nadie, pero bueno, me gusta lo que estoy escribiendo. Y si alguien lo lee y llega hasta el final, le agradezco infinitamente.

Mi vida como empresario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora