12- La casa de piedra

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Richard Way abandonó la casa de piedra montado en cólera. El deseo de aniquilar a Blake Roberts de una vez por todas crecía y crecía en su interior con ferviente intensidad. "Tengo toda la selva para enterrar su cuerpo. Nadie nunca se enteraría."

"Un dolor de cabeza menos."

"Sí. Lo voy a exterminar."

"Ya va siendo hora."

Con la mente dándole vueltas e intentando asimilar toda aquella nueva información, Marco no reaccionó a tiempo cuando el señor Way abrió la puerta y salió de la cabaña. El ruido lo hizo dar un salto. Por suerte para él, la ventana bajo la cual se encontraba estaba del lado opuesto de la casa. Fue por eso que solo escuchó los pasos ruidosos del otro que fueron bajando cada vez más y más en intensidad hasta que terminaron por perderse en la noche. No había dudas de que el señor Way había emprendido su regreso al hotel.

Cuando consideró que ya era seguro, se dio la vuelta e intentó entrar en la casita de piedra. No había llave. Blake Roberts alzó la vista y se puso inmediatamente de pie al notar que no era el señor Way quien lo visitaba esta vez. El joven cerró la puerta y fue caminando rápido junto a la celda.

― ¡Vos! ―exclamó Blake― ¿Qué hacés acá? Te mando el señor Way, ¿no?

―No. ―le dijo Marco― No me mandó nadie. Tranquilo.

―No, sí, claro. Tampoco me entregaste a propósito...

―No, bueno...sí. Eso sí. Perdóneme...señor Roberts. Ahora me doy cuenta que estuve mal en hacerlo.

El otro soltó una risa irónica.

― ¿Ah sí? ¿Y qué te hace ver eso?

Marco lo miró con profunda pena.

―Acabo de escuchar su conversación con el señor Way.

― ¿Toda?

―Sí...bueno...por lo menos lo suficiente como para darme cuenta de que algo raro está pasando. ―echó una ojeada a la celda y al resto de la lúgubre cabaña que solamente se encontraba iluminada por algunas antorchas de fuego. ―No puedo creer que te haya encerrado así. Que te tenga como un...

―Como un prisionero, sí. ―lo interrumpió Roberts― Ahora ves que Richard Way no es quien le tiene convencido a todo el mundo que es.

Blake Roberts lo examinó a Marco de arriba abajo.

― ¿Cómo te llamás y cuál es tu cargo en el hotel?

―Marco ―le respondió este― Mi cargo no importa. Ahora, por favor, dígame. ¿Es verdad eso que usted dice de que el señor Way mató a su padre? Me parece demasiado...

Blake empezó a caminar a un lado y al otro de su celda con impaciencia.

―¡¡Pero claro que es verdad!! ¿Pensás que me hubiera jugado la vida viniendo a esta isla si no lo fuera?

―No, claro, sí. Entiendo ―dijo Marco al tiempo en que agachaba la cabeza.

―Ahora... ―le dijo Roberts mirándolo seriamente. ―...yo sé que es pedirte mucho, pero necesito que me saques de acá. Lo antes posible. No sé cómo, pero tengo que encontrar la forma de escaparme de esta isla. Si no, estoy seguro de que, en algún momento, este mafioso va a matar.

Marco se sintió invadido por una ola de pánico.

―Yo, emm...bueno...es que...no sé si puedo hacer eso.

El Hotel Grand WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora